1/1/24

Cerrar los ojos

-Los milagros verdaderos ya no existen en el cine desde que Dreyer murió. Te lo digo yo, que soy practicante, pero no creyente.
Veo la primera secuencia de la película y pienso que Víctor Erice pudo rodar excelentes películas de aventuras: 55 días en Pekín, Lawrence de Arabia, Indiana Jones… Veo la primera secuencia y descubro cómo empieza a jugar con el espectador: el hombre encargado de buscar a una mujer en la ficción es el hombre que desaparece en la realidad. Veo la primera secuencia, bastante exótica, y encuentro muchísima información: París, China, la guerra civil española, judíos, anarquistas, ajedrez, tabaco, la mirada única, las películas que no llegaron a existir… Y pienso que me gustaría ver La mirada del adiós tanto como lo que no vimos de El sur. Un guión preciso apoyado en una sólida planificación y fotografía.
Puedo extenderme mucho más con esta escena. Y con cualquiera de las sucesivas. Y con los símbolos y su sentido de trascendencia y la reflexión sobre el arte y el cine y el amor por el celuloide y el miedo a estar rodeado de belleza y verlo como rutinario. Pero se trata de Erice y es preferible que cada espectador descubra cómo le afecta personalmente.
169 minutos y te mantiene atento en todo momento. Sin escenas de acción ni tiros. La intriga sobre qué sucedió es suficiente. Simplemente gente hablando y encuadres perfectos. Ni un cliché en la estructura, nunca previsible en su desarrollo. Manolo Solo. Enorme. Sabíamos que era un todoterreno en cualquier género pero aquí lo da todo con mucha sobriedad.
Me encantó ver por ahí el cartel de Los amantes de la noche de Nicholas Ray.
Precioso ese plano del mar tras una reja, encarcelado en su infinitud, como la mente de José Coronado. Que también hace un papel tremendo.
Los últimos 20 minutos enamorarán a cualquier cinéfilo.
La última escena cierra el círculo volviendo a la primera, cuando es la mujer la que encuentra al hombre y tal vez sí hemos visto, después de todo, La mirada del adiós.

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