3/1/24

Los que se quedan

-Por mis dos compañeros improbables en esta isla nevada.
Interesante comienzo, indicándote que lo importante es el texto porque, recuerden, en el principio era el Verbo. Y, ahí, el texto (San Juan) es muy simbólico. De modo que prestar atención al texto significa que hay que prestar atención al fondo.
El texto, pues: Barton, un prestigioso internado de bachilleres en 1970. Al llegar la Navidad 5 alumnos se quedan junto con una cocinera y un profesor.
El fondo: historias de soledad y lo que sucede cuando juntas varias soledades.
Alexander Payne se deshace hábilmente de lo que le sobra para centrarse en tres personajes de enorme riqueza. El chico, Tully, lamenta la pérdida del padre. Da’Vine Joy Randolph, la cocinera negra, lamenta la pérdida del hijo. En mi opinión el fondo de la película es averiguar qué pérdida lamenta el amargado y complejo Paul Giamatti. Tres soledades se enlazan y las conexiones producen efectos inesperados.
Payne logra adentrarse profundamente en el alma de los tres. Y entre drama y drama (hay momentos dolorosos) aparece Carrie Preston. Su exuberante personalidad arrolladora sitúa a los protagonistas en lugares inesperados. Donde no querían pero debían estar.
Lo curioso es que con toda la tristeza que contienen esos personajes logra que sobrevuele el humor. A veces sutil, a veces irónico, a veces directo… Unas veces más físico y otras más intelectual. Me encanta la secuencia del gimnasio (el Rubicón), su antes y después. Hay sabiduría en ese tratar la tristeza con liviandad, saber que no conocemos el sufrimiento de los demás, relativizar nuestras heridas para seguir adelante.
Payne
ambienta su historia en el salto de 1970 a 1971 y para ser fiel cambia el tradicional formato de pantalla actual, la fotografía emula aquellos tonos y granos e incluso coloca una notificación de derechos de autor del año 71 en los créditos iniciales. Payne se toma las bromas muy en serio. O al revés.

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