Como en Air se trata de conseguir una firma. En este caso la firma de la persona adecuada en el gobierno ruso para poder vender el videojuego Tetris por todo el mundo. No la del inventor, no. Las ideas del inventor pertenecen a la Unión Soviética.
Así que tenemos por una parte a la Madre comunista y, por otra, a un montón de capitalistas que quieren ganar dinero (mucho dinero). Y los comunistas empiezan a jugar el juego capitalista.
También, al igual que en Air, la trama pudo convertirse en un caos. Pero está muy bien montada y el ritmo tiene un crescendo maravilloso, hasta el punto de que se convierte en una comedia de enredo donde el drama de los personajes queda en segundo plano. Y algunos debieron pasarlo francamente mal en esa situación. Pero lo que interesa es el cine, atrapar al espectador con un esperpento que no se desmadre en exceso.
Me encantó esa idea, durante la persecución de coches, de pixelar los momentos más locos. Lo usan ahí, en la división de capítulos por niveles y poco más. Y creo que habría sido buena idea explotarlo en alguna otra ocasión.
Buena elección de música ochentera.
Entretenida e interesante a partes iguales.
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