Supongamos que quiso ser un thriller en algún momento. En tal caso su estructura no tiene sentido. Esas rutinas diarias, las repeticiones, el día a día, no tienen importancia alguna para lo esencial de la película.
Los mares han subido, sólo quedan dos fragmentos de tierra y, por supuesto, están en guerra. Una plataforma en medio del mar sirve de centinela para cuatro militares voluntarios que están allí. Tres hombres y una mujer. No les han relevado cuando estaba previsto y permanecen incomunicados. La situación se hace tensa.
Se hace tensa o eso le gustaría al director. De la primera hora sobra casi todo. La llegada de un barco fantasma es el único acontecimiento que se presenta.
Sinceramente: no sé qué quiere contar. No entiendo su duración, no entiendo su parsimonia inútil. No hay un nivel alegórico detrás. La atmósfera no es tan agobiante ni exasperante como debería. La labor de fotografía es muy mecánica.
El final pretende sorprender con un giro, pero ni lo pedía nadie ni es tan interesante como los responsables creen. A mí me da igual porque no conseguí conectar.
Me aburrió.
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