-En
la tele me han enseñado que el éxito está en mi mano.
A
Kit, como a todas las niñas, le encantaban los unicornios. Y nunca ha dejado de
ser una niña. Su habitación sigue llena de unicornios, osos amorosos, purpurina
y hadas luminosas. En la escuela de arte suspende porque sus obras son arco
iris infantiles.
Las
críticas eran malísimas pero no podía resistirme. Una peli dirigida por Brie
Larson y protagonizada por ella misma, con sus padres que son Bradley
Whitford y Joan Cusack y con un misterioso benefactor que es Samuel
L. Jackson.
-Los
unicornios llegarán cuando tú estés lista.
Dicen
que es una peli mala y rara. Para nada. Bueno, rara sí es. Mucho. Porque es un
cuento. Un cuento con adultos. Con su mago extravagante, su toque de hechizo y
sus sueños sencillos. Idealista sí. Ingenua también. Que esté rodada con estilo
indie descoloca muchísimo. Kit vive
en Mad Men y quiere vivir en Frozen. Es una apuesta por los
sueños, por la búsqueda de la sencillez. Demasiado obvia, es cierto. Un cuento
para adultos debería tener más capas.
Habría
que discutir la simbología del unicornio. Kit busca lo que todos: el amor incondicional,
eterno. El amor que tienes que cultivar y trabajar y que exige esfuerzo, el que
te obliga a salir de tu mundo para ponerte a disposición del otro. Y mucha fe.
Y madurez.
Así
que sí. A un milímetro de lo cursi y moñas, pero Larson lo esquiva con
humor astuto, imprevisible y ocurrencias absurdas.
Me
gustan mucho los diálogos de Kit con Virgil, sinceros desde que se conocen.
-Ni
siquiera me conoces.
-Pero
sé que tienes cinta métrica.
Vale.
No la recomiendo a nadie. Pero ya sabes que a mí me gusta lo raro, lo que se
sale de esquemas habituales del cine convencional. No es una gran película pero
Larson demuestra que puede escaparse de los clichés (casi siempre; la
discusión/reconciliación con Virgil es un topicazo). Y para mí eso es
suficiente porque es más de lo que pueden hacer la mayoría de los directores.
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