Esta
es la clase de película que ayuda a fomentar la idea de que los alemanes son, pues
eso, germánicos.
Christian
entre a trabajar en un supermercado bajo la supervisión de Bruno. Marion, una
de las trabajadoras, también le echa una mano a adaptarse. En determinado
momento de la película Bruno hace algo que aporta un toque de drama a la
historia. Pero no hay más.
Pasillos
de supermercado, idas y venidas, poco hablar, más pasillos. Apenas se adentra
en los sentimientos de los personajes salvo de modo excepcional. Es una
película sobre la soledad y queda claro que todo el mundo está muy solo. Pero
no parece el modo correcto de contarlo. Las dos horas de metraje golpean como
cinco.
Todo
transcurre de modo apático, cansino. El drama de Bruno despierta algo el
amodorramiento de los personajes, pero no es suficiente para elevar el interés
de la película.
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