Estuve
a punto de tirar la toalla con ella pero me quedé porque corren
algunos riesgos que me gustaron. Y que seguro que no gustan a la
mayoría. Pero tiene graves problemas.
Primer
problema: pasaron dos años entre la primera temporada y la segunda.
Con una trama tan compleja no deberían exigirme conservar en la
memoria tantos datos. O igual sí. Pero, por lo que sea (edad, menos
interés del que esperan los productores de mí, mezcla con otras
series) olvidé muchos detalles.
Lo
que más me asombró de esta temporada es lo que hacen con los
protagonistas y secundarios. La protagonista deja de serlo,
“ascienden” a otra de la que no sabíamos nada, al protagonista
le dan un cierre bastante peculiar… Eso, en Hollywood y en la
mayoría de las cinematografías sería imposible: la estrella es la
estrella. En Europa no tenemos estrellas. Cambiamos a quien haga
falta sin problema.
Eso,
ya digo, me pareció genial. Una osadía. Pero, claro, conlleva
problemas. La trama belga, más allá de mi desmemoria, es confusa,
se estanca, acelera de golpe… No aceptas fácil a la nueva prota,
estás esperando a ver si la antigua hace algo más decisivo. Cuesta
entrar a la dinámica. Y tampoco se entiende bien qué hace por ahí
la malota. Otro riesgo: un personaje cuya historia parecía cerrada y
le dan una relevancia inesperada.
No
me he sentido cómodo y me ha costado seguirla.
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