19/10/24

La hora del silencio

Me gusta la secuencia de apertura. Modo de presentar los personaje y el escenario. Ese plano que enfoca los contenedores del puerto desde lo alto, anticipando el siguiente paso, la persecución, la aleatoriedad de la vida: un accidente. Ahora Frank Shaw, policía, pierde audición rápidamente.
Eso de entrar al universo de la sordera tiene algunas ventajas: la película casi se obliga a contar muchas cosas sólo con la imagen, no con la palabra. Una testigo sorda y un poli casi sordo que tendrá que hacer de guardaespaldas. Un dúo prometedor.
Después se convierte en algo así como La jungla de cristal con menos espectáculo. Un edificio en remodelación, dos personas sordas y un grupo de asesinos. La película procura dotar a los protagonistas de un pasado, de ciertos traumas, de un conflicto que se añade a la situación desesperada.
En este tramo la historia cojea en ocasiones y, otras veces, tiene sus buenas ocurrencias. Creo que dedica demasiado tiempo a comunicar la idea de que los malotes son polis corruptos. No eran necesarias tantas vueltas. Pero por otro lado funcionan cositas como triquiñuelas de despiste, lectura de labios, comunicación silenciosa por signos… O a la inversa: hacen ruidos sin ser conscientes.
Maja la secuencia del ascensor. Sobria, sin tonterías, verosímil. Bien construida.
Joel Kinnaman bien, como siempre. Está hecho para este tipo de personajes. Sandra Mae Frank tiene la química adecuada con él.
No hay nada nuevo ni sorprendente pero el ritmo va creciendo conforme avanza la trama y pienso que sirve para pasar un buen rato.

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