Me
gusta el estilo del dibujo y su coherencia con la animación. Al
igual que Hilda
son dibujos simples pero con personalidad propia.
El
guion. Pues sería el guion que escribiría Aaron
Sorkin
si fuese punk. Para lo bueno y lo malo. Lo bueno: todas esas frases
ingeniosas, la densidad de la argumentación, las referencias pop…
Lo malo: la voz en off
es incesante y pesa más que la imagen. Pero no voy a ponerle muchos
peros. Mejor esto que la inmensa mayoría de guiones mal escritos.
Muy
interesante que la conciencia del protagonista sea un armadillo. Un
tipo que se cubre con una coraza permanente. Impermeable a la vida,
con miedo. Y esa conciencia, desde pequeño, ya le echaba la bronca
todos los días.
Michele
Rech
(Zerocalcare)
tiene una imaginación desbordante, irrefrenable. Me encantan
ocurrencias como la del
niño lagarto o
las niñas ratón. Paralelos
metafóricos de su armadillo.
Zero,
el protagonista, alter ego del autor, es un neurótico
existencialista. Su
discurso conjuga el humor con cierta profundidad. Siempre es muy
burbujeante pero el capítulo
4 es un desparrame imaginativo brutal: la casa vista como un
territorio feudal al estilo Juego
de Tronos
(la
lucha contra el caos que él mismo genera),
seguido del aire acondicionado de los trenes. Y, al final, entre
tanta coña, sabes que algo trágico, devastador, va a suceder, que
todas esas tonterías están tratando de demorar
el mazazo emocional inevitable.
Así
que ten cuidado si te adentras en la serie porque todo esas
risas
del comienzo se volverán
contra ti. El final es durillo.
6
capítulos de unos 15 o 20 minutos. Muy
buena.
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