Sasha
es vampira, adolescente de 68 años y no le salen los colmillos
porque no es muy de matar. Se alimenta de bolsas de sangre, de lo que
cazan sus padres. Pero se hace mayor y le van a cortar el grifo.
Sasha se muda con su prima Denise, a ver si aprende de ella. Y en
esas anda cuando conoce a un chico con tendencias suicidas.
Interesante.
No es la primera vez que se usa el vampirismo como metáfora para la
adolescencia (Buffy
cazavampiros
explotó el tema desde todos los ángulos) pero esta película lo
plantea bastante bien. Adolescente, descubrirse a uno mismo,
presiones externas, magnificar cualquier suceso, sentirse obligado a
hacer cosas que no se quieren hacer, dejar de hacer otras que
queremos…
Hay
una secuencia extraordinaria donde ambos actores logran un momento
mágico: escuchan la canción Emotions de Brenda
Lee,
y el modo en que se mueven, se miran, apartan la vista, cambian de
opinión, se sienten felices, tristes, sin coincidir en el momento,
pero a veces sí… Una escena extraordinaria. Sólo por esos minutos
merece la pena ver la película.
Rodada en el Canadá francófono
tiene un aire muy peculiar, es una mezcla de drama sugerido,
equívocos diversos por la metáfora utilizada y comedia extraña.
Funciona muy bien ese casi drama y esa casi comedia. Hay un poquito
de dolor permanente recorriendo cada fotograma y otro poco de humor
sutil e irónico acompañando lo anterior.
Bastante
satisfactoria. No me ha gustado su fotografía. Se entiende que tiene
que ser oscura pero me da a mí que no siempre la han iluminado como
querían.
¡Y
termina con la
canción
Drácula
Ye-Ye
de Andrés
Pajares!
Buena.
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