Hay
muchas cosas que no me gustan pero Patel
tiene clarísimo lo que quiere. Al menos en su cabeza. No siempre
logra expresarlo del modo adecuado pero su voluntad de hacer cine de
autor está ahí. Tal vez en un proyecto futuro lo logre. Hay muchos
elementos mezclados, muchas tradiciones y cinematografías. Tal vez
demasiadas.
Dev
Patel
escribe, dirige e interpreta. Ha luchado por esta película tanto
como el personaje por vengar a su madre. El director narra una
historia hiperviolenta, cruda, sórdida, sucia. El estilo es
conflictivo. Si por un lado tiene excesos de cámara en mano
verdaderamente agotadores*, por otro lado lo compensa con ideas
visuales y encuadres poderosos. Si en ocasiones el ritmo se quiebra
debido a esos flashback
e ideas repetitivas, en otras ocasiones muestra un montaje fracturado
muy sugerente. Si se pone pesadito con mensajes didácticos, luego
tira por la calle de en medio y apuesta por un cine muy puro, casi
abstracto, más intuitivo que narrativo.
Es
muy preciso en su forma de concebir las coreografías de peleas, pero
tiene que aprender algo de sutilidad. Ha querido demostrar que es el
más bestia y no había necesidad.
Quiero
decir con todo esto que me parece una opera prima contundente, con
desequilibrios, astuta y que necesita ser depurada. Su crítica
social rebosa de ira e indignación pero no acaba de calar
precisamente por su grandilocuencia exagerada. Y el tema trans suena a oportunismo. A mí me sobra gran parte del rollo social: destruye el ritmo, supone frenazos. Dev
Patel
se anuncia como un director al que hay que tener en cuenta pero veremos si tiene algo más que decir.
Si
esperas ver John
Wick
en versión india tendrás que saltar a los últimos 30 minutos y
tampoco es lo mismo.
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*La
película costó 10 millones. En ocasiones se quedaban sin cámaras y
rodaban con teléfonos móviles. Y es fácil ver cuándo.
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