Edith
es la típica mojigata puritana inglesa. Rose es la típica irlandesa
deslenguada. Y ahí está el problema, que son personajes demasiado
monolíticos, excesivamente exagerados en una sola faceta de su
carácter.
Qué
pena de película. Qué descontrol en el tono. Qué cambios tan
abruptos e injustificados.
Obligar
a Olivia
Colman
y a Jessie
Buckley
a interpretar de modo histriónico a sus personajes, cuando lo
habrían hecho mejor desde el comedimiento, me parece un error.
Especialmente
porque disfraza la película de comedia durante la mitad de su
metraje para convertirla en un dramón gordo en su segunda mitad. Y,
por supuesto, es imposible sintonizar o empatizar con los aspectos
más crudos porque no te crees a los personajes.
Tienen
a esos portentos que son Olivia
Colman
y Jessie
Buckley
y las desperdician de esta manera. El duelo interpretativo que
debieron ofrecer ambas se diluye sin intensidad. Fíjate que me
parece más equilibrado el personaje de Anjana
Vasan
como oficial de policía.
Por
cierto: tema del juicio. He aquí una razón por la que odio los
juicios en el cine. Es verdad que éste es de los más estúpidos y
sin sentido que he visto. Pero la cuestión es que los juicios se
usan para dar cierres satisfactorios por la vía rápida o para
dirigir la acción de formas interesadas forzando la estructura.
Insisto en que en este caso es demencial pero sirve de paradigma.
En
fin. De aquí pudo salir una comedia muy divertida y ha salido una
tontería bastante grande. Por
otra parte, aquí, en España, esto no habría tenido relevancia
alguna. ¿Alguien que escribe tacos en cartas? Pues muy bien. Para
los british
resulta que era delito y hacen películas con ello.
Espero
ver a estas actrices juntas de nuevo en algo que merezca la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario