Primera
temporada buena pero caótica. La segunda subió de nivel sorprendentemente. La tercera
volvió a subirlo. Esta cuarta lo mantiene.
Del
detective que investigaba un asesinato en los entresijos del sistema solar
hemos llegado a esos Anillos, portales a otras galaxias. Es una delicia el modo
en que el guión logra entretejer la política planetaria, el primer asentamiento
de unos colonos al otro lado del Anillo, los intereses empresariales, los
misterios inalcanzables de dos culturas ancestrales (los de la protomolécula y
otros), las relaciones personales y las soluciones de ingeniería para aportar
un poco de ciencia-ficción hard.
Se
les quedó un poco trasconejada la trama de la sargento Bobbie en Marte. Sólo al
final se hila con el resto de la historia y de un modo bastante caprichoso.
Esperemos que en la temporada 5, como espía/asesora de Avasarala tenga más
trascendencia.
Me
gustó mucho Ilo o Nueva Tierra. El misterio, lo desconcertante, lo
inaprensible. Dos civilizaciones avanzadas del pasado con esquemas mentales
diferentes a los nuestros, con tecnologías incomprensibles. Y la idea de que
llegar a un planeta respirable no significa que puedas vivir en él. No sabes
qué puede ocurrir con sus bacterias, sus bichitos, su clima, sus caprichos
tectónicos (aunque provocados).
Tiene
acción y tiene momentos lentos. Con sentido. Naomi, la mujer que ha pasado toda
su vida en naves espaciales, en gravedad cero, sale por primera vez a un
planeta, a un G, al aire. Problemas musculares y cardiovasculares. Bonita
escena.
Hay
otra escena que me encanta sobre las consecuencias de la burocracia: ese robo
de material tecnológico para láser. Quienes lo custodian quieren que les
vuelvan a robar porque llevar el registro de todo aquello es un incordio y sale
caro. Y si ellos rascan algo…
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