-¡Intentarán
destruirte, pero yo no lo permitiré! ¡Nevará sangre en Navidad antes de que lo
hagan!
Annie
Wilkes. Si ese nombre te dice algo, sé bienvenido. La inolvidable Annie Wilkes
de Misery. La perturbada
psicótica que destrozaba a mazazos los tobillos de James Caan. ¿Cómo
llegó a eso? ¿Cómo fue de joven? ¿Cómo desarrolló su crítica literaria? ¿Cómo
vivió?
Pues
vive en Castle Rock, al lado de Salem’s Lot, al lado de la prisión de
Shawshank, así que figúrate. Pero tal vez una ciudad cargada de maldad y
brujería necesita a Annie Wilkes, una descerebrada a la que no le temblará el
pulso a la hora de matar a quien haga falta.
Eso
me gustó mucho en la serie. La casa Marsten es un lugar de magia negra y la
única que podrá parar los pies de los Malvados (con mayúsculas) será la malvada
(con minúsculas). No hay un bueno contra los malos. Hay una mala contra alguien
peor. Y me gusta que la personalidad de Annie sea tan compleja, tan retorcida.
Porque más allá de los espeluznantes asesinatos que realiza sabemos que es una
buena chica. Simplemente ocurre que su cabeza no está bien. Esa visión de la
moralidad en blanco y negro, sin escala de grises…
Interesante
el modo de enlazar esta temporada con la primera.
Y
Tim Robbins de propina. A un paso de la prisión de Shawshank. Todos
creyendo que se escondía en Zihuatanejo pero sigue en Castle Rock.
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