8/12/19

La gran mentira


Es verdad que pagamos por ver a Helen Mirren y Ian McKellen. Pero, caray, también podía haber detrás una película, ¿no?
Un anciano estafador ha puesto en su punto de mira los 3 millones de libras de una anciana viuda. La cuestión, obviamente, es saber contarlo. El modo, las maneras, el estilo, el juego del engaño. Y, definitivamente, esta no es la manera.
Es significativo que en la doblez de la narrativa no conozcamos los motivos y la historia que hay detrás. Y, sin embargo, sepamos qué va a pasar. Helen Mirren y Ian McKellen son capaces de forjar en tres segundos una escena de terror, una romántica en cinco y el suspense en siete. Luego viene el guión, la dirección y el montaje y lo destruye todo.
No hay sorpresa. Ninguna. Sabemos lo que va a suceder en todo momento. Las explicaciones, cuando llegan, no pueden importarnos menos.
Me gustó que fueran al cine a ver Malditos bastardos.
Decepcionante. Una estafa. Ambos merecían una película mejor.

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