Los
descerebrados que hicieron Ice Age: La
edad de hielo estiraron la cuerda hasta que se rompió. Les llegó el
momento de arriesgar con algo nuevo y Espías
con disfraz es el resultado.
Lance
Sterling es el mejor espía. Pero le tienden una trampa y, perseguido por la
Agencia, tendrá que confiar en Walter, el jovenzuelo que le fabrica los
gadgets.
La
trama, como podrás comprender no da para mucho. Aun así logran cierta reflexión
sobre el uso de la violencia y el modo de emplearla o no. Pero tampoco es que
importe mucho porque de lo que se trata es, como en Ice Age: La edad de hielo, de presentar situaciones que den
lugar a gags imaginativos, frenéticos, locos. A ratos alcanza cotas
surrealistas, tan divertidas como caóticas. A veces pasan demasiadas cosas en
pantalla y demasiado rápido sin que tengas tiempo de asimilar qué está ocurriendo
ahí.
Un
cóctel de James Bond
(excelentes créditos iniciales), Misión:
Imposible, Bourne, la
estética de John Woo (aprovechando las palomas)…
Ágil,
sin prolongarse en metraje, yendo al grano. Engancha peleas, persecuciones y
demás ocurrencias con mucha soltura. Lo del disfraz, lo de esa paloma, a veces
resulta demasiado forzado e incluso estúpido, pero hay que reconocer que, otras
veces, es realmente ocurrente.
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