Judy
y Nick se han hecho famosos. No sólo por el hecho de que una
conejita y un zorro trabajen bien juntos, sino porque detuvieron a
los villanos de la primera película. Pero su gloria durará bien
poco cuando se conviertan en fugitivos al ayudar a una serpiente.
¿Había serpientes en Zootrópolis? No. Sólo mamíferos. ¿Qué
hace una serpiente? ¿Por qué no había serpientes? ¿Hay una
familia controlando todo en la sombra?
Muy
bien. Siguen conservando ese colorido, ese dinamismo y esa
imaginación desbordante. Hay investigación policial, aventura y
peli de colegas.
Me
fastidia que en una película en la que ves, tocas, te imbuyes en la
idea de que las diferentes habilidades de los animales son
cooperación (el erizo con sus púas, muy gracioso) y oportunidades,
tienen que soltarte discursos explícitos de modo casi continuo
acerca de la inclusión. Me cabrea que me tomen por tonto. Que tomen
por tontos a los espectadores. Niños o mayores. ¡Ya lo vemos! ¡No
me lo estampes!
Otro
problemilla: hay
tantos detalles en un mismo plano que o te cuesta verlos (guiño a
Ratatouille) o no los ves (películas de la plataforma huluzoo) o
temes haberte perdido alguno. Puedes estar mirando a la conejita
pasando el hilo por los dientes y te pierdes cómo se
limpia los dientes el
zorro. Y hay que ver cómo lo hace el
zorro.
En
cualquier caso es muy disfrutable. Sorprende con sus ideas
descabelladas, con sus giros y combinaciones. Me alegra que rescaten
a algunos animales de la primera peli, sobre todo al perezoso.
De
modo colateral: la
película está totalmente en contra del proyecto de la Junta de
Castilla
y León para la reintroducción del lince en el norte de España.
Pero supongo que son coincidencias y Disney no se ha fijado.
Un
viaje a los oscuros secretos tras la fundación de Zootrópolis.

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