24/12/25

La educación de Polly McClusky

No me lo esperaba, la verdad. Sí esperaba los tiroteos, persecuciones, peleas… Lo clásico de un film hollywoodense. Pero hay un añadido de realismo, de crudeza, que no me esperaba. De profundizar en la angustia vital de una niña desesperada que pierde todo. Empezando por sus padres. No pasan por encima para saltar a la acción. Dejan que el desconcierto y el dolor de ella nos calen hondo antes de lanzarnos a la locura.
Polly vive con su madre y padrastro. Su padre acaba de salir de la cárcel y pasa por el colegio a recogerla porque los progenitores citados en primer lugar han pasado a otra vida.
Traficantes de droga y polis corruptos van a por Polly y su padre Nathan. En la cárcel Nathan no hizo los amigos adecuados o, por mejor decir, usó los amigos que le resultaban adecuados. Ahora eso se ha acabado.
Que Taron Egerton es un actorazo ya lo sabíamos. Pero es asombroso cómo esa niña le acompaña: llanto, desesperación, ira… Vaya cantidad de registros, qué control de la expresividad. Ana Sophia Heger. Te la crees. No hay nada falso en sus reacciones.
Nick Rowland dirige con contundencia, espectacular cuando es necesario, pero sucio y desgarrador en todo momento. Se desliza al otro lado de las historias de vengadores, al lado de la realidad, ese lado en el que las cosas no pueden salir bien y sólo pueden acabar de una manera.
Muy buen ritmo y una banda sonora envolvente, más melancólica que inquietante, como anticipando el futuro.
El último plano es la vida misma y duele un montón.

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