Lukas
trabaja en la Casa de Salvación. Un día se acerca a la zona pija de
Johannesburgo para ver si en la basura encuentra algo que pueda
servir a la escuela. Allí presencia cómo asaltan la casa de una
mujer.
Primero:
es la típica serie de vengador. La gran ventaja es que en vez de
gringa es sudafricana. Eso aporta ya sus diferencias: cultura,
contexto, crímenes.
Segundo:
a diferencia de los yanquis aquí hay temas más espinosos. Pueden
ponerse igualmente sentimentales pero son más crudos. Hacen que las
cosas se vuelvan muy personales. Eso modifica la narrativa y Lukas
pasa de estar a la defensiva a ir al ataque. Y hace lo que todo
machote hace: coger su pickup, llenarla de armas y echarse a la
carretera dejando a la chica toda preocupada.
Tercero:
en 2 capítulos resuelve lo que otros tardan una temporada entera.
El
3º es procedimental: un chico de 16 años metido en peleas ilegales
de menores. Pero nos presenta a Jonas, un personaje importante. En el
4º unos mafiosetes locales quieren cobrar protección a los
proveedores de la Casa de Salvación. Lo resuelven rápidamente y
Jonas se desarrolla muchísimo.
Jonas,
alguien del pasado en las guerrillas de Sudán, amigo mercenario
de Lukas, regresa mentalmente traumatizado. Los dos últimos
capítulos son Lukas yendo de frente a buscar su pasado.
Me
gusta ese final alrededor de la salina.
Como
se ve es una estructura atípica para una serie. Le da un ritmo y
unas variantes atractivas pues no tienes claro qué tipo
de
género te vas a encontrar. No hay grandes cosas novedosas pero está
tan bien dirigida como cualquier otra serie
estadounidense del estilo.

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