23/12/25

Reflection in a Dead Diamond

Ya he dicho en múltiples ocasiones que los belgas son los humanos más raros de este planeta, con procesos mentales diferentes a los del resto. No tienen las mismas reglas, lógica ni reacciones.
Buena prueba es esta película de producción belga, dirigida por la dupla de franceses Hélène Cattet y Bruno Forzani. Una cosa hay que reconocerles: se han dejado la salud en el montaje. No quiero ni pensar en las horas que ha tenido que llevarles.
Es una película totalmente onírica. Entramos en la mente de un anciano espía retirado (o eso se cree él) y retrocedemos a su juventud tal como se la ha fabricado en la memoria: heroica, hedonista, lo más, un perfecto 007. Pero siempre le faltó descubrir quién era Serpentik, la mujer fatal tras la máscara.
Surrealista, experimental, anárquica… La mente de Diman divaga, mezcla, retrocede, avanza… Los directores no dejan recurso sin emplear, desde las viñetas de cómic a esos delirios psicodélicos de los 60. Hay ocurrencias loquísimas como el anillo-ojo, el hipnotista, el vestido de espejuelos, las uñas-sable… Un repertorio de gadgets de los que Q. estaría muy contento. Colorista, frenética, interesante en sus inicios y, forzosamente, plúmbea cuando sigue la persistencia en esa extraña ensoñación.
No les quito la originalidad de la propuesta. El problema es que está absolutamente vacía. El guion es nulo. Sabemos desde casi los inicios que quizá todo lo que vemos es fantasía, que todo puede ser falso. Los directores no se molestan en darnos un anclaje. Podemos -puedes- elucubrar teorías pero no hay una base sobre la que hacerlas consistentes.
Arriesgada, potente visualmente, agotadora a medida que avanza. Más experimental que narrativa. Un exceso sólo para cinéfilos. Demasiado extravagante con sus buenos momentos.

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