12/1/20

El faro


Pues no me puedo quejar. Este arranque de 2020 está siendo muy bueno en lo que a cine se refiere.
Filmada en blanco y negro, en pantalla 4:3, resaltando visualmente las texturas, atmosféricamente claustrofóbica. Dos fareros. El veterano, el novato. Cuatro semanas a solas.
Muy cuidada en luces y sombras, en medidos travellings, en silencios, en el uso del sonido. Lo real pronto se mezcla con lo onírico, las supersticiones marinas, las leyendas de sirenas, gaviotas agresivas, maldiciones. Cuando llega la tormenta viene acompañada por las borracheras permanentes y la progresiva enajenación. Thomas Wake y Ephraim Winslow inician su proceso de autodestrucción.
Robert Eggers dirige con pulso firme este descenso a los infiernos del la locura, desde las rutinas iniciales de trabajo en un faro hasta ese plano final perturbador y terrible. Muy Prometeo.
No es una película ni para todo público ni para toda sensibilidad. Es cruda, violenta, desasosegante. Obsesiones, secretos, culpa y tentaciones en el momento en que estallan. Lo que cuenta no es nuevo y otros lo han contado mejor, pero tiene personalidad.
Robert Pattinson llevaba mucho tiempo en busca de un papel que le liberase de la saga Crepúsculo. Aquí lo consigue por primera vez en un papel muy exigente. Y, enfrente, un Willen Dafoe enorme. Apenas hay más actores. Ellos sostienen la trama en ese espacio (tal vez inexistente) en el que el director los sitúa para enfrentarles a su propio ser.
Incómoda de ver pero con un depurado estilo cinematográfico muy de agradecer.

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