En
la línea de Fast Color o Freaks es una peli de gente con
superpoderes tratada en plan realismo social. Sus ideas de fondo son mucho
mejores que su ejecución.
Nuestro
protagonista es un eléctrico de nivel 5 que no encuentra trabajo. Su madre
convive con cáncer y no puede operarse por falta de dinero. Así que él decide
unirse a una red de atracadores también con superpoderes. Al mismo tiempo
circula una droga que se extrae del líquido cefalorraquídeo de los súper.
Se
podría haber rascado bastante en la condición de esas personas que, dotadas de
poderes especiales, son despreciadas por la sociedad. Sin alternativas,
sobreviven como pueden. Por ejemplo la hija del poli. Se queda en una
anecdotilla cuando pudo convertirse en una parte importante de la trama. Todo
ese universo alternativo se queda sin profundidad.
A
partir de cierto momento, la película olvida cuál es el tema central y dedica
una cantidad exorbitada de tiempo a narrar una serie de atracos que, en realidad,
no tienen mucha importancia ni, con superpoderes, mucha gracia.
Es
una pena. El arranque es bueno, sugerente. Luego empieza a decaer cuando se
prolonga en exceso toda esa trama en busca de un golpe que les facilite mucho
dinero. Vuelve a remontar en los últimos minutos pero no tiene ni el ritmo ni
el nivel de los referentes citados.
Por
otra parte todos sabemos que a los primos Stephen Amell y Robbie
Amell se les contrata más bien por su aspecto físico que por sus dotes
interpretativas, así que en ese aspecto tampoco destaca mucho.
Es
muy raro que alguien tenga entre manos el potencial de este guión y ni siquiera
perciba cuál es el tema realmente valioso de la película. Debió ser mucho
mejor.
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