Yo
pensaba que los Oscar de animación estaban cubiertos. Pixar tiene a
Del revés 2,
Dreamworks tiene a Robot salvaje,
Illumination su Gru 4,
Look Back
por si un año les
da por ponerse
serios
de verdad e incluso Flow
si les
interesa dar la campanada con una película de un país exóticamente
novato
(que aún no he visto).
Y
entonces, a traición, sin avisar, llega Netflix con Hechizados,
que no será candidata
(es Netflix) pero que está bastante bien.
La
princesa Ellian cumple 15 años y tiene un problema bien gordo: lleva
un año ocultando a sus súbditos que los reyes se han convertido en
monstruos.
A
Wicked
le achaqué falta de imaginación, algo que le sobra a Hechizados.
La grandiosa Vicky
Jenson
no consigue el altísimo nivel que logró con Shrek,
pero aun así demuestra un despliegue de fantasía imponente, plagado
de ocurrencias visuales. Un ejemplo
comparativo:
el tren de Wicked
y la carroza de Hechizados.
Eso es lo que marca la diferencia entre lo convencional y el esfuerzo
por encontrar algo nuevo.
Desde
luego, si algo se le da bien a la directora, es romper los esquemas.
Uno puede rastrear similitudes con otras películas animadas de otras
productoras pero, al igual que en Shrek,
están ahí para tomar una nueva dirección. No es paródica ni
rupturista, pero sí que sabe salirse de los moldes.
En
realidad, si uno contempla la historia desde lo alto, en su conjunto,
el concepto se asemeja más a El
viaje de Chihiro
aunque la ejecución y
su resolución,
desde luego, sean
muy hollywoodenses.
Además
es un tema con el que la animación no suele atreverse: las secuelas
que dejan en los hijos las disputas parentales.
Está muy bien tratado, porque cabe alguna interpretación añadida
como el de la adolescente que ve a sus padres como monstruos. La
película juega muy bien con ambos planteamientos mientras muestra la
maduración de la joven. Que puede, a su vez, convertirse en un
monstruo. Que a veces no hay marcha atrás. Que las cosas son
complicadas.
Dejaron
de mirar lo bueno para mirar sólo lo malo.
Que
no sea un final completamente feliz dice mucho de la osadía de
Jenson.
No es para lo más pequeños, creo yo.
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