Está
claro que Mildred, 11 años, necesita de su padre ausente. Pero aún
está más claro que el ilusionista Strawn necesita de su hija.
Es
una de esas películas que no sabes a quien aconsejar. Su apariencia
y la trama apuntan a una aventura para niños, pero está bastante
lejos de eso. Hay poca aventura y demasiada conversación. Está más
cerca de un drama paterno-filial. Creo que ahí está su punto fuerte
y, de hecho, es más profunda de lo que parece.
Estamos
en Nueva Zelanda, donde Mildred vive con su madre. La madre sufre un
accidente doméstico y, desde Las Vegas, llega el padre al que
Mildred no conocía.
Y
se van de excursión para lograr filmar o fotografiar una pantera
negra.
Elijah
Wood compone un personaje bien difícil. Apocado, cobarde,
desbordado por la vida, emocionalmente agotado. Decente prestidigitador
pero una nulidad en todo lo demás. Nell Fisher tampoco lo
tiene fácil. Debe interpretar a una niña que es a la vez muy
vulnerable y demasiado sabihonda, con una aparente gran confianza en
sí misma pero también confusa en sus emociones.
Esa
acampada entre padre e hija tendrá un par de detalles aventureros
pero, sobre todo, mucha conversación, mucho conocerse. Que no está
mal, pero tampoco logras situarte con comodidad en su cruce de
géneros.
Agradable,
no aburre, paisajes neozelandeses e interpretaciones funcionan con
precisión.
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