-Es
estúpida.
-Es
romántica.
-Es
trágica.
Dan,
obrero de la construcción, no es mal tipo pero está bajo presión.
Una tragedia reciente, un juicio pendiente, una hija rebelde,
transeúntes cabreados, ciudadanos bordes… Y explota.
Entra,
casi por azar, en una obra de teatro de aficionados de Romeo
y Julieta.
Es
un drama bastante fuerte acerca de las secuelas que deja en la
familia un acontecimiento trágico. Las relaciones naturales han
quedado dinamitadas. La película abre con la expulsión de la hija
del instituto y poco a poco iremos descubriendo las cicatrices que
marcan a todos.
No
hay sentimentalismo pero deja un hueco para algunos momentos de humor
o, más bien, de comedia de enredo un poquito shakespeariana,
como cuando la hija comienza a seguir al padre. Me parece hábil en
esto: fuerza el guion mediante la comedia para que la historia no
resulte aplastante, utiliza la casualidad para mostrar las dos caras
de Shakespeare,
que son las dos caras de la vida.
Qué
gran momento ése, cuando ya sabemos cuál es el trauma de Dan, en el
que se niega a aceptar el final de Romeo
y Julieta.
Hay que cambiarlo. El problema de la aceptación. La rebelión contra
lo que nos parece injusto. Querer que la realidad se conforme a
nuestra mente. Qué bien le entendemos. Vivir con el corazón
destrozado.
El
poder curativo del arte, el valor de la belleza. Y, al mismo tiempo,
entender dónde está el límite, el artificio del sentimiento. Creo
que nunca había visto esto tan bien reflejado: la línea que separa
arte y vida, la conexión en que se ayudan.
-¿Qué
dama es esa que engalana la mano de aquel caballero…?
Muy
buena. Un drama sólido pero lleno de esperanza, con personajes bien
desarrollados y una razonable profundidad.
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