Una
familia de rancheros se dispone a cenar. Los vecinos de otro rancho
aparecen con un caballo que se ha autolesionado. En la radio se oye
una extraña estática. Los animales están inquietos. Algo siniestro
acecha en el bosque.
En
la segunda secuencia de la película la protagonista atrapa una
avispa con una taza de té. Obviamente los personajes son la avispa y
están dentro de una taza. Sólo que aún no lo saben. Pero lo sabrán
pronto.
Una
serie bastante entretenida. No inventa nada nuevo pero conoce bien
los trucos para mantener la tensión. Cuando se desvela el misterio,
para mantener atento al espectador, hace lo que debe hacer:
introducir nuevos personajes, nuevas historias, contarnos cómo
llegaron hasta ahí. Son las tretas de Perdidos
y son las tretas adecuadas.
Tiene
sus incoherencias y sus… necesidades. Incoherencias como eso de que
cuando saben que no deben quedarse solos hay unos cuantos que se
quedan solos. O necesidades como la de que el niño siga siendo el
portador. Pretenden explicarlo pero no cuela.
No
son cosas que me molesten mucho. En el fondo se trata de una historia
muy simple, el juego de “quién la lleva” en plan sofisticado con
alguna escena truculenta, otra terrorífica, otra extravagante…
Son
capítulos de media hora. Apenas pierden el tiempo con cosas
colaterales (el adulterio y poco más) y siempre mantienen el foco.
Cumple
bien su propósito. Me supo a poco. Es una de esas series que podría llegar a los 24 capítulos por temporada sin resentirse. No sé
cuándo llegará la segunda pero la han dejado en un punto muy
interesante.
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