Guy
Ritchie
no oculta que esta es su particular versión de Malditos bastardos.
De allí recluta,
por ejemplo, a Til
Schweiger
para convertirlo en el villano de la historia.
¿Cómo
sabotear submarinos? Saboteando los barcos que les suministran
material.
Me
ha parecido curioso que las dos operaciones militares se desarrollen
en dos islas españolas: La Palme y Fernando Poo. La excusa es que
son lugares neutrales pero no era un elemento necesario, creo yo. En
la primera rescatan a cierto personaje y la segunda se lleva la mayor
parte de la trama.
No
tiene ese desarrollo de montaje juguetón tan característico de
Ritchie
pero sigue siendo un montaje muy
bueno tanto en pequeñas escenas (a uno se le encasquilla la pistola
mientras el otro no puede sacarla de la funda) como en grandes
secuencias. Me gusta mucho ese asalto al puerto mientras se
desarrollan dos fiestas: la de oficiales y la de soldados. Es una
larga secuencia de acción sin frenesí, rodada con calma, eficacia,
una banda sonora apropiada y un desarrollo en el que entiendes todo
lo que está sucediendo a cada paso y dónde está cada personaje.
El
ritmo me ha parecido impecable. Le critiqué con la serie The Gentlemen
(últimamente todas las pelis/series de Ritchie
llevan gentleman
o gentlemen
en el título) pero está claro que, cuando regresa al cine, a un
metraje acotado, tiene un dominio absoluto del tempo.
Vistosa,
entretenida. No profundiza gran cosa en los personajes, es verdad,
quizá el punto más débil. Pero como ya tienes a Henry
Cavill,
Alan
Ritchson,
Eiza
González,
Cary
Elwes
(y más gente conocida) no hace falta muchas explicaciones.
Curioso
que le den tanta relevancia a Fleming,
Ian
Fleming,
pero al final lo explican más o menos. Y lo interpreta Freddie Fox,
el capullo
Spider
de Slow
Horses.
Bastante
buena. Probablemente los parecidos con la realidad sean pura
coincidencia pero es una aventura muy agradable y muy de estilo
clásico.
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