5/5/24

Blood for Dust

La película comienza con un hombre pegándose un tiro en la cabeza y, a partir de ahí, se va volviendo más oscura, más sórdida, más sangrienta.
El protagonista es un vendedor ambulante de desfibriladores. Eso no da mucho dinero para mantener a una familia, especialmente si no puedes pagar las cuentas del hospital para tu hijo con cáncer. Así conocemos a Cliff, el bueno de la película, que aceptará un trabajillo sucio para ganar algo más de dinero.
Pero luego conoceremos más a fondo a Cliff. Y veremos capas desconocidas de su personalidad. El director ha jugado con el espectador y ahora nos mostrará su interioridad. Y seguirá siendo el “bueno” en comparación con el mundo criminal que le rodea. Pero…
Cliff es vendedor y gran parte de los diálogos muestran que su percepción del mundo es así: un mundo en clave de compra y venta. Se aplica a todo: a las relaciones personales, a los matrimonios… Cliff vende lo que el otro quiere oír, la verdad que su esposa necesita y, al final, se vende a sí mismo sus propias mentiras. No sabemos si el amor por su esposa e hijo servirá para redimirle.
La cosa es que Cliff ya conocía a Ricky y vuelve a buscarle. Lo que vendrá después es la entrada en el mundo criminal, en un plan que ya estaba en marcha sin él saberlo.
Lo que menos me gusta son muchos de sus diálogos. Pronunciados con lentitud, sin razón alguna, a veces sin sustancia (justificaciones derivadas de las carencias del sueño americano) otras veces repetitivos. La trama es muy básica y el guion sencillo. Lo mejor es el montaje. La película se “lee” bien sin necesidad de esos diálogos de relleno. Y son muy buenas las interpretaciones de Scoot McNairy y Kit Harrington, con personajes de psicologías complejas.

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