Gastón
Duprat
y Mariano
Cohn.
Menudos bichos. Tras
El encargado y Nada, toca darle un
repaso corrosivo al mundo del arte contemporáneo. Al arte y a su
periferia. Al personal que se mueve en el entorno. Desde los
ministros de Cultura a los edificios sin sentido, desde el esnobismo
transversal a los críticos, desde
el
arte como protesta al arte aburguesado (que es el mismo). Un pulso
tremendo para manejar situaciones incómodas.
Tienen
chistes fabulosos: la
wifi de la fábrica de embutidos, el regalo a la delegación china,
maniobras
animando a los sindicatos a manifestarse en contra del museo,
pequeños
gags de un vigilante de sala, de una señora de la limpieza…
La
beluga. Brillante.
Luego
hay cosas como la ex de Perú o el nieto. Cuando menos te lo esperas
surge el tema. Es como una ruptura del ritmo que resulta perfecta
para mantener el ritmo. Abandonar por un instante las bofetadas al
mundo del arte para centrarse en lo personal y
enriquecer al personaje.
Esas
galerías de secundarios
tan bien escritos, dibujados y esculpidos. El sindicalista, el vecino
“artista”, el comisario de las exposiciones (¡qué outfits!),
Marisa, los funcionarios enchufando a la familia, artistas de diverso
pelaje… DestapArte.
El
proyecto Em’Be. Brutal.
Y
además, entre tontería y tontería, explican muchísimas cosas
sobre el arte contemporáneo: conceptos, reflexiones, movimientos…
Y
hay un gato que se llama Borges.
-El
final le va a encantar.
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