-Usáis
la inteligencia para ser idiotas, envenenando el mundo.
Siempre me han llamado la atención esas películas y series que critican la televisión, que muestran cómo las pantallas nos manipulan y nos adoctrinan. Como si nos dijesen: deja de ver todo excepto lo mío.
-Yo tengo razón.
Y este capítulo es muy así. Pero muy. Todo el mundo se obceca con que tiene razón. Y el Doctor, que no está sometido a esa manipulación, desde su superioridad moral, nos acusa de nuestra superioridad moral. Curioso, interesante, inquietante. Una ética en la que no existe bien o mal sino que, para el Juguetero, es ganar o perder.
A ver. Neil Patrick Harris siempre empieza resultando fascinante en su peculiar histrionismo. Pero a la vez, con el paso de los minutos me acaba cansando. Porque el histrionismo, sea de quien sea, siempre es exageración. Y por tanto cansa. Sus tonterías se me hicieron pesadas hasta que llegó la regeneración que por primera vez fue bi-generación. Ahí el juego del Juguetero volvió a ser interesante y… se resolvió de modo demasiado simple.
Un gran despliegue de medios en sus primeros minutos, una buena propuesta, un ligero bache de ritmo y un final más hogareño, familiar y feliz de lo que nunca tuvimos. Incluso con unos minutos para familiarizarnos con el nuevo Doctor que ojalá se ponga pronto unos pantalones.
Siempre me han llamado la atención esas películas y series que critican la televisión, que muestran cómo las pantallas nos manipulan y nos adoctrinan. Como si nos dijesen: deja de ver todo excepto lo mío.
-Yo tengo razón.
Y este capítulo es muy así. Pero muy. Todo el mundo se obceca con que tiene razón. Y el Doctor, que no está sometido a esa manipulación, desde su superioridad moral, nos acusa de nuestra superioridad moral. Curioso, interesante, inquietante. Una ética en la que no existe bien o mal sino que, para el Juguetero, es ganar o perder.
A ver. Neil Patrick Harris siempre empieza resultando fascinante en su peculiar histrionismo. Pero a la vez, con el paso de los minutos me acaba cansando. Porque el histrionismo, sea de quien sea, siempre es exageración. Y por tanto cansa. Sus tonterías se me hicieron pesadas hasta que llegó la regeneración que por primera vez fue bi-generación. Ahí el juego del Juguetero volvió a ser interesante y… se resolvió de modo demasiado simple.
Un gran despliegue de medios en sus primeros minutos, una buena propuesta, un ligero bache de ritmo y un final más hogareño, familiar y feliz de lo que nunca tuvimos. Incluso con unos minutos para familiarizarnos con el nuevo Doctor que ojalá se ponga pronto unos pantalones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario