1/11/23

Vidas pasadas

In-yun es un concepto coreano que significa “destino” o “providencia”. Se aplica sólo a las relaciones personales. Capas y capas de vidas pasadas que dirigen a dos personas a estar juntas.
Es una de las mejores películas del año. Es una barbaridad. Es un producto que no te crees que sea una obra novel. Celine Song, la responsable, escribe un guión de hierro. Sencillo, sin artificios, universal, comprensible en Corea, Canadá, Estados Unidos o lo que quieras. Y no apartas la vista de la pantalla aunque no pase nada, aunque no sea tu experiencia, porque de algún modo te reconoces en cada detalle.
Nora emigró con sus padres desde Corea a Canadá. Era muy amiga de un niño: Hae Sung. 12 años después él no ha podido olvidarla y gracias a las redes sociales contacta con ella. 24 años después volverán a verse en persona. Para entonces ella ya está casada y tiene una vida.
Y no hay más. Inevitablemente me recordó a Breve encuentro aunque aquí los temas sean distintos. El principal de ellos es obvio: somos la suma de elecciones que nos han impedido ser otras cosas. Pero está también la idealización del primer amor, el cómo romantizamos situaciones perfectas, la imposibilidad de dar marcha atrás, el desarraigo y la integración del inmigrante… Todo es muy sutil y a la vez muy profundo.
La directora es más guionista que directora. Hay cierta movilidad en la cámara que me parece arbitraria. Pero eso no quita para que tenga momentos de planificación interesantes: la despedida en Corea en esa calle bifurcada en escaleras y rampa suave, la presentación de Arthur (borrosa, lejana, fragmentada y presentado al espectador, no a Nora), esos dos travelling (ida y vuelta) de la secuencia final…
Las interpretaciones. Greta Lee, Teo Yoo y John Magaro. Incluso cuando no hablan, en los silencios, expresan una cantidad de cosas increíble. Qué tremendos los tres, qué situaciones incómodas, qué humanidad en el miedo, en las dudas, en los sueños, en la incomprensión.
Delicada, elegante, inteligente y traspasada de nostalgia porque al final lloraremos por las vidas que elegimos no tener, por lo que tal vez pudo ser.
Muy buena.

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