6/11/23

Ladronas

-Cogemos un ferri a Italia esta noche. Vamos a vengar la muerte de mi conejito.
Y ahí está el problema: vengar la muerte de un conejo es tan importante como todo lo demás.
Están las cosas habituales de una peli de atracos: un robo inicial, la jefa de la que no puedes escapar (la Madrina), el deseo de retirarte tras un gran golpe, el gran golpe… Pero luego tiene otros muchos rollos que no sabes a qué vienen o dónde van o por qué están ahí. Me parece muy bien que se dedique un tiempo a mostrarnos la sororidad de las chicas. Pero llega un momento en que es agotador. Vueltas y más vueltas. Todo ese tiempo en la casa de Córcega, previo al robo, me pareció pesadísimo con sus confidencias y romances y comidas y anécdotas irrelevantes.
Mélanie Laurent dirige bien. Hay algunas buenas ideas: esa cabaña en el bosque (otra dimensión de lo que se entiende por cabaña en el bosque), carreras en moto, persecuciones… Y muchas veces son buenas ideas y, a la vez, tonterías sin sentido.
Un ejemplo: ese baile flamenco. Cuidadísimo en su vestuario, localización, fotografía… Pero es un mero antojo, una especie de anuncio intercalado en la narración.
El ritmo se quiebra continuamente porque el núcleo de la historia, el robo de La  gran odalisca, termina por ser lo que menos importa. Mélanie Laurent dirige bien pero escribe un guión que es un caos, ideas que tenía en la cabeza y que ha decidido juntar aquí pero que muy bien podrían estar en otra película.
Hay tomas falsas al final. Se ve su voluntad de comedia pero hasta en eso es errática.
Dos horas innecesarias, cuesta acabársela. Muy flojita.

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