Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
No
entiendo que en 2023, con la cantidad de series que hay, con el mercado
internacional tan asequible, con los préstamos visuales y narrativos que
existen, no entiendo que sigamos haciendo series como en los 90. Con los mismos
esquemas. Cada
vez que aparece el asesino nos someten a la lentitud porque lo confunden con
generar tensión. Diálogos lentos y repetitivos, idas y venidas lentas y
repetitivas, argumentos cargantes lentos y repetitivos… En el asesino es en
quien más se nota. Pero en Carapocha, por ejemplo, todas las veces que habla
con la policía suelta las mismas bobadas acerca de perfiles de psicópatas. Su
presencia está tan forzada que la única razón por la que la poli no sospecha de
él es porque es una serie. En la vida real lo habrían metido en una celda a los
dos minutos. Cuánta
vaciedad en las escenas, qué escasez de desarrollo dramático. Y
hablar de un asesino en serie cuando sólo ha muerto una persona te dificulta
mucho entrar en la historia. El
giro final, por otra parte es el efectismo por el efectismo, la gratuidad
total. Si hubiese aparecido un extraterrestre o un ser fantasmal no habría
sonado tan forzado. Esas cosas no se hacen. En
fin. A partir de cierto momento seguí la serie sólo por ver las localizaciones
de Valladolid. He vivido allí así que tenía curiosidad. Pero las ubicaciones no
son suficientes para sostener una trama criminal, ¿verdad? Me
gustó la interpretación del poli y la música de Bunbury. Por lo demás
cansina, repetitiva (lo repito, sí, porque lo es mucho), mayormente aburrida. Alguien
que se ocupe del sonido en algún momento tampoco habría venido mal. No puede
ser que en una misma escena y habitación una conversación tenga tantos cambios
de volumen.
-No,
no, no. Porque pasará algo y acabarás en Marte con Chaucer y un tiburón robot. ¿Ves,
Chibnall? No era tan difícil. También Russell T. Davies tiene sus
manías woke y las colará siempre que pueda. Pero no se pone plasta. O eso
espero. No
era tan difícil: aventura, humor, acción, intriga… Ritmo. Una
cosa tan simple como ese momento en que el Doctor ayuda a una mujer con unas
cajas y descubre que tras las cajas está… ella. Eso no se le habría ocurrido a Chibnall
jamás. Es un detalle minúsculo, nimio, pero son esos detalles los que
demuestran que hay una escritura de guión. O el jaleo que se monta en casa de
Donna, con los personajes reaccionando del modo adecuado. A algunos no los
conocemos de antes pero quedan más dibujados en tres escenas que los tres companions que tuvimos en las tres
temporadas anteriores. Y
además hay un Meep que es carne de juguete de Reyes como lo fue Baby Yoda.
Aunque, claro, nadie ve Doctor Who.
Pero sí, tan encantador, tan gremlin, tan peludo y sabemos que hay gato
encerrado porque estamos viendo Doctor
Who (sin que lo dirija Chibnall). Y están los wrarth. Más feos,
pero también con sorpresa. Y los soldados del sol psicodélico que al principio
no sabes que pintan ahí, que crees que son agujeros de guión (la costumbre de lidiar
con cierto director ya nombrado) pero que tienen su razón de ser. Pero
sobre todo está ese mundo absurdo que oculta una lógica interna y que coincide
con eso que llamamos humanidad. Porque somos racionales a ratos y otros ratos
(más de los que quisiéramos) no. Y eso es todo lo que viene a recordarnos Doctor Who. Que seamos un poco más
niños, menos complicados. Qué delicia recuperar esos deliciosos diálogos sin
sentido. No
es un capítulo grandioso, tal vez esperaba algo más para el 60 aniversario, pero
es un alivio enorme comprobar que el Doctor vuelve a su cauce y que tiene
potencial. Que no es el regalo perfecto pero sigue siendo un buen regalo. Se
acabó la tortura. Eso espero, sí. Eso espero.
Mark Cousins tiene una obra magna: La Historia del Cine: una odisea. Es
un documental de 15 horas con el que estoy de acuerdo a grandes rasgos pero no
en su enfoque. Cousins tenía gran interés en el cine social, ideológico
y de protesta. Yo pienso que el cine puede ser cualquier cosa excepto eso. Hay
poco cine ideológico capaz de trascender. Además a Cousins deja de
interesarle ese tipo de cine cuando el cine de protesta ataca sus ideas. Estas
cosas pasan. Este
documental sobre Hitchcock (que también rechazaba el “mensaje”) tiene la
intención de centrarse en aspectos técnicos, en señalar truquitos de cámara o
de montaje, en experimentos del mago del suspense para lograr sus propósitos.
No descubre grandes novedades. Alguna sí (para mí). Eso está muy bien. Pero cuanto
rollo para llegar a cada asunto. Creo
que es un documental que merece la pena. No tanto por lo que aporta de Hitchcock
sino porque enseña a mirar el cine en general: esas puertas que no existen, esas
otras que sí como metáfora del deseo, esos cortes de plano… Dónde se coloca la
cámara para provocarnos una sensación determinada. Cousins estructura el
documental en: Escape, deseo, soledad, tiempo, plenitud, altura. A él le valen
para contar lo que quiere pero es un tanto irrelevante. No
me gusta: que se emplee la voz de Hitchcock como si fuese el narrador. Es
el imitador Alistair McGowan pero me ha resultado muy raro. Igual es
mejor verla en castellano. Aunque como habla todo el tiempo en primera persona
quizá tampoco funcione. Sí
me gusta: que se le dedique un poco de tiempo a Alma, la esposa de Hitchcock,
tan relevante en toda su filmografía, montadora y guionista de muchas de las
películas.
Es
la película realizada para celebrar los 100 años de Disney. Parece que no han
querido publicitarla en exceso porque son conscientes de que no tienen entre
manos algo muy especial. Con la que está cayendo no les conviene exagerar, no
sea que se vuelva contra ellos. Pues
sí. Es una del montón, otra princesa/heroína que sumamos a la carretada de
princesas/heroínas, intercambiable con cualquiera de las otras. Lo
que más me gusta es su estética. Ahí han acertado al crear esa atmósfera entre
lo antiguo y lo moderno, el 2D y el 3D, la tradición y lo digital. Encajar
ambas cosas y que funcione me parece un gran logro. De hecho a mí me parece lo
más difícil, por eso sorprende que se enreden torpemente con el guión. Bueno.
No sorprende. Ya sabemos de qué pie cojea Disney. En
ese sentido me parece muy irónico que el malvado rey Magnífico (hombre, blanco,
hetero) sea el mejor personaje de todos. En su afán por mostrar las maldades
del patriarcado han realizado un personaje… magnífico. Ni siquiera se dan
cuenta de que eso pasa muchas veces: que el malvado es el personaje más exitoso. Me
resulta bastante confuso y contradictorio todo el asunto de la magia, cómo lo
presentan, cómo evoluciona y cómo concluye. Pero hay que pasarlo por alto
porque es una de las exigencias de los últimos años de Disney: no analices mis
guiones, acéptalos sin más. Vale. No tengo problema. Pero así cuesta implicarse
y, claro, no hay una escena, una canción, un momento, algo que logre decir:
aquí hay algo clásico, perenne, algo que recordaremos. Sí
consiguen el objetivo de hacer dinero: esa estrellita será un producto que
estas navidades se venderá como rosquillas a poco que la película aguante en
pantalla. Quizá no le haga falta ni eso.
1.
Han pasado 399 días desde el final de El
señor de los anillos: Los anillos de poder y Amazon aún no ha despedido
a J.D. Payne y Patrick McKay. 2.
Marvel hizo frente a los malos resultados de The Marvels acusando al (no) público de machista, racista,
homófobo, tóxico... Si una peli no te
gusta es delito de odio. Esto se está repitiendo en todos (¡todos!) los
fracasos de Disney y lo apoyan publicaciones independientes a sueldo como Rotten Tomatoes o Tomatazos. El problema de ese tipo de argumentaciones es que confirma
aquello que les critican: no hicieron una película, hicieron un panfleto
ideológico. ¿Por qué no emplean argumentos cinematográficos para defender su
película? Ah: no hay. 3.
He visto 3 capítulos de Lawmen: Bass
Reeves. Otro producto de la factoría de Taylor Sheridan. Al
igual que Operaciones especiales: Lioness
no está mal. Ni bien. Pasan muchas cosas, todas previsibles, todas
convencionales. Lo ves sin esfuerzo, entretiene, no aporta nada. Pura mecánica.
Es normal cuando produces tanto: te adocenas. Pero quizá es justo lo que pide la
mayor parte del público. 4.
Rachel Zegler tiene fama de ser una persona tan desagradable que desvía
la atención de otro hecho relevante: tiende a participar en fracasos comerciales. Alguien se dará cuenta en algún momento, digo
yo. Sospecho que eso sucederá tras Blancanieves.
Otra
peli de chica ciega, en la línea de Mira por mí, que pide ayuda por videoconferencia cuando unos asesinos
van a por ella. Es
una pena que fracase por el nivel de inverosimilitud de los malotes. Supuestos
asesinos profesionales, expertos, sanguinarios, las Parcas, ¡procedentes de
México!, el mal absoluto, según dicen en la peli, y son más tontos que ni
hechos aposta. Hay un par de secuencias en que su ingenuidad e ineptitud quitan
cualquier emoción a la película. Dos inútiles que bien podrían competir con los
de cualquier peli para críos. Aquí matan solamente a otro tipo tan imbécil como
ellos, un charlatán incapaz de escuchar lo que le están diciendo. Estas
cosas deberían repasarlas mejor cuando escriben el guión: si presentamos a dos
palurdos semejantes, ¿va a colar?, ¿dejará de interesar a la gente?, ¿tendrán
sentido las escenas gore?, ¿no deberíamos ir por el lado de la comedia? Porque,
a partir de cierto momento, dejas de preocuparte por la chica ciega: ¡sabes que
el guión está escrito a su favor! Está
ambientada en un sitio nevado (por eso estaba yo ahí) y le sacan poco partido a
la nieve. La chica al otro lado del teléfono, tiene vista, claro, pero también tiene
agorafobia y así, cuando se produzca otra coincidencia imposible, pues eso. La
música es muy teen, muy marchosa,
como si el que la compuso pensara que esto era para Sólo en casa o La
patrulla canina. Muy
desequilibrada. Pretenden hacer segunda parte. Dudo mucho que suceda pero en
caso de que ocurra no volveré a prestarles mis ojos. Se agradece que dure poco más de 80 minutos.
-¿Hay
que cancelar el crucero sólo por un asesinato? No
puedo decir que sea una película extraña porque no hay en ella nada
excesivamente surrealista o extravagante o que esté dirigida de forma atípica.
Tampoco puedo decir que sea una película difícil porque es comprensible por
todo el mundo. Pero a la hora de hacer la crítica me resulta muy esquiva,
inasible. El
MSC Bellissima es un crucero. Allí trabaja un eficaz mayordomo y allí llega una
pasajera que hará que pierda su proverbial serenidad. Añadamos un asesinato. Se
decanta por el romance como género principal pero hay drama, crimen, comedia
(esa comedia ridiculilla japonesa), critica social… Y tardas un tiempo en saber
que el romance será el género dominante. Es
obvio que intentan escapar de los tópicos. En una de las secuencias incluso
comentan los roles y clichés en las películas de los personajes secundarios, de
los mayordomos, de por qué las cosas son como son y, sin decirlo de este modo,
si el arte imita a la naturaleza o es al revés. Desde
luego esperas que pasen ciertas cosas. Pero es muy inesperado el modo de llegar
hasta allí. Los personajes tienen una gran naturalidad, hacen cosas absurdas
que sólo harían en la realidad, no en una película. Me descoloca eso bastante.
Ese modo de buscar la realidad más que la ficción. Y si el ritmo no funciona
(porque con frecuencia y sobre todo en sus inicios no funciona) es precisamente
porque buscan más el realismo que lo cinematográfico. Hubo
un momento en que pensé que la profecía del niño se haría realidad y esto
acabaría como el Titanic. Si
pasa, me dije, le pongo un 10. No pasó. No es una gran película ni la
recomiendo especialmente. De hecho nadie la valora muy bien. En imdb la
suspenden. Pero yo he conectado muy bien con esta extraña Muerte en el Nilo a la japonesa. Hay
unos cuantos buenos diálogos y algunas imágenes simbólicas y detalles de
planificación interesantes.
Se
les va un poco de las manos. Tenemos
a un tipo filipino-coreano. Él y su madre viven en Filipinas, su padre es un
coreano que volvió a casa. Su madre está mal de salud y él por fin localiza a
su padre. Viaja a Corea para ver si su padre puede contribuir con dinero a la
operación de su madre. Y
en cuanto baja del avión, un montón de gente quiere matarle. El
problema de The Childe, como
el de otras muchas películas del género, es que no acaba de dar con el tono.
Digo que se les va de las manos, pero se les va tanto que tal vez debió ser aún
más loca. Como es imposible tomársela en serio, debió ser más divertida. Como
las escenas de acción son exageradas, debieron exagerarse más. Alguien
consideró que deben mantener un equilibrio y es donde se equivoca. Lo mismo
sucede con las escenas más gore. Puestos a derramar sangre… que siga la fiesta. El
primer tramo en Filipinas se hace un poco lento pero es necesario para asentar
las bases. Quizá no confían mucho en el espectador y por eso la calma. En
cuanto llegamos a Corea todo son situaciones comprometidas para nuestro
protagonista. El espectador entiende un poco mejor que él lo que está pasando,
pero aún así reserva algunos giros para el final. De
hecho hay otro giro cuando la película ya ha acabado. Un
frenesí sin mucho sentido pero en su mayor parte es entretenida.
-Mis
hijos nunca verán el templo de Tadmor. Palmira. Construido por los romanos y
destruido por el Estado Islámico. De
verdad que Ken Loach es un pesado con lo del cierre de las minas. La
película se ambienta en 2016, un año después de que se cerrara la última pero
es como si hubieran cerrado todas, de golpe, la semana pasada. Y es un
victimismo de 40 años que resulta cargante. Si la gente de ese barrio tiene una
vida chunga es que el problema es otro. Y,
siendo una vida justita, llegan unos inmigrantes sirios que no son muy bien
recibidos. En el pub El viejo roble
comienza a articularse la vida de los locales y de los recién llegados:
fricciones, choques, resentimiento y, quién sabe, tal vez una base de
entendimiento. El dueño del pub es TJ y la chica siria con su cámara de fotos
es Yara. Ellos inician un pequeño cambio. Ken Loach se pone sentimental a
ratos. No es frecuente en él. Pero esa idea de hacer un comedor conjunto, de
arreglar la cocina, de habilitar la sala cerrada desde hace 20 años, unir las
habilidades, te va preparando para algo que sólo puede salir bien. Es un
poquito simplista e idealista y trasnochada la idea de que los proletarios
unidos… Es
rara una película tan positiva en el director. Tan positiva como La parte de los ángeles. Tiene casi
un hálito de cuento. Casi. Porque el
drama siempre llega. Paul Laverty vuelve a estar en el guión. Se
trata, ante todo, de una película sobre la esperanza. Sobre lo mucho que duele
tener esperanza, incertidumbre, dudas… Y duele más cuando se trunca. Y nuevas
esperanzas llegan. Me
sobra la escena final, en serio.
1.
Han pasado 392 días desde el final de El
señor de los anillos: Los anillos de poder y Amazon aún no ha despedido
a J.D. Payne y Patrick McKay. 2.
Marvel está abocado a la crisis no por los malos resultado de The Marvels. El problema es que los
directivos se reunieron para atajar la situación y su principal preocupación
fue qué hacían con Jonathan Majors. No les preocupan los guiones basura
ni la boba idea de que todo pueden arreglarlo en postproducción ni la obsesión
con el multiverso. Nada de lo que interesa a los espectadores. Su preocupación
es si deben de seguir trabajando con un tipo acusado de maltrato. 3.
Christopher Nolan pide que compremos Oppenheimer en físico. Para castigar a las malvadas
plataformas. ¿Cómo se puede ser un visionario y estar tan ciego a la vez?
Lo
único bueno de esta película es la idea. Un producto de serie B, con
presupuesto ínfimo, planificación de aficionado, sonido tal cual, música heavy
en las escenas de acción para distraer de lo mal rodadas que se ven… Axel E.
Gaibisso
escribe, dirige y monta. Él se lo guisa y se lo come. Demuestra que tiene fe en
su producto. Y aunque haga muchas cosas mal se lo perdonamos porque la idea es muy
buena. Ahora
no hay crímenes que resolver, sólo crímenes que evitar. La Fuerza Protectora cuenta
con los conectores. Tu yo del futuro puede llamar a tu yo del pasado y alertar
de un delito, así podrás anticiparte. Un
asesino ha encontrado el modo de burlar el sistema. Me
gustan las reglas: la ventana de 5 horas, los recuerdos de las dos líneas
temporales, las pastillas para sobrellevarlo… Y hay situaciones curiosas: das
una paliza a un tío, le sacas información y te llamas al pasado comunicando la
información para no tener que dar la paliza al tío. Perfecto. Insisto:
se le puede criticar cualquier aspecto técnico por su amateurismo, pero me ha
enganchado su historia y sus giros. No falta una reflexión acerca de que esto
es Argentina y, aunque sea la Argentina del futuro, todo sigue igual, con su
corrupción y sus tejemanejes. Suelo
estar en contra de los remakes, pero
en este caso espero que se la vendan a Hollywood para que hagan una película
técnicamente en condiciones. Pero que la vendan por un buen dinerito, que lo
merece.
Un
pequeño y tranquilo pueblo, pero en la última semana alguien ha asesinado a dos
mujeres que se llamaban Maggie Moore. Es
una de esas películas estilo Fargo
sin el estilazo de Fargo. Ya
me entiendes. Alguien con problemas económicos tiene una idea estúpida que a él
le parece brillante. Al llevar a la práctica esa idea se mete en líos y alguien
muere. Y buscando una salida comienza a hacer cosas cada más estúpidas y
descabelladas. Pero
no están detrás los hermanos Coen. Aunque esta idea les habría gustado y
habrían sacado oro de ella. La
peli se sigue bien. Demasiado bien, de hecho. No arriesgan nada con el montaje,
nos dan todo mascado para que nadie se complique y no hay sorpresas de ningún
tipo. Es la estupidez de los personajes lo que mantiene la atención. Algunos de
los personajes son bastante divertidos. Eso lo aprovechan para lanzarte algún
guantazo dramático que no esperas. Es
interesante esa vida privada de los personajes. Los inocentes de asesinato
tienen muchos secretos. Alguien acusa a alguien, a voleo, y se convertirá en un
sospechoso convincente porque en cuanto investiguen su vida… Jon Hamm y Tina Fey
encarnan respectivamente al sheriff del lugar y a una no muy alegre divorciada
que pasaba por allí y que da lugar a una subtrama (romántica) que, en mi
opinión, no era necesaria. Casi
llega a ser buena.
No
alcanza el altísimo nivel de la serie original pero sigue siendo muy buena.
Creo que en esta variante le dan al espectador lo que pide y que hay menos
cosas inesperadas. Aún
así sigue siendo muy buena y escapa a la estructura genérica de la mayoría de
las series policiacas. La dinámica de los personajes principales es precisa,
funciona de maravilla. Al igual que con Harry
Potter o Stranger Things
o cualquier serie con adolescentes, siempre me llama la atención verles crecer
en pantalla. Y Mads Bosch entra ya en esa categoría. Conocimos a Madison Lintz con 15 años, en plena adolescencia
y la tenemos ahora como policía a sus 24 años. Me parece que una de las mejores
cosas de esta temporada es como construyen el personaje con recuerdos, llenan
su biografía y cómo eso configura su forma de ser. Está
claro que Bosch como detective privado tiene tanto trabajo o más que cuando era
poli. Los líos se le acumulan. Chandler y Mo siguen subiendo también en
protagonismo y están más integrados en la trama. Ahí también juegan bien las
conexiones y las tramas independientes de cada uno. Como
son los buenos, siempre tienen un as en la manga con el que logran salir del
embrollo en el último momento. Pero qué mal nos lo hacen pasar a los
espectadores. Y, como es Bosch, tal vez un día se les acabe la suerte a alguno
de ellos. Hay
una breve escena en la que sale Lance Reddick soltando uno de sus
célebres fucking Bosch. Una pena que
no volvamos a tenerle. Está
confirmada la temporada 3.
-Oh, capitán, mi capitán. Película
33 de Marvel. No es ni mejor ni peor que las últimas decenas. Sin embargo está recibiendo
muchos palos. Entiendo que hay dos motivos. El
primero es que se suponía que el clamor contra los malos efectos especiales
había dado resultados. El clamor se ha transformado en alaridos pero es que la
industria es así: una película tarda meses, años, en producirse, realizarse,
post-producirse, distribuirse… No había tiempo para corregir los errores. El
segundo es que Marvel sigue prometiendo en cada película que ésta será
diferente, que esta vez tiene a una directora, a una directora independiente,
de otro país, de otra raza, de otra orientación sexual, a un innovador, a un skrull… Y sigue siendo lo mismo. La
mayor prueba de ello es esa horripilante escena musical (sí, eso es un error,
un horror, un despropósito) en el planeta Aladna, la plantilla de Disney
obligatoria, la tiranía de la productora por encima de cualquier visión
autoral. Ése
es, era y seguirá siendo el problema de modo indefinido mientras Disney persista
en su obsoleta mentalidad, mientras no dé libertad absoluta a los directores. Y
eso no va a pasar pronto. Por
eso pienso que Marvel aún seguirá arrastrándose durante años hasta que echen el
cierre definitivo. Al menos un cierre de unos años de descanso. O que alguien
compre Marvel y lo aleje de las manos de Disney. El
vídeo de gatitos lo llevan aquí a otra dimensión. Literalmente. Esa escena me
parece otro horror pero con tantos seguidores de vídeos de gatos vete tú a
saber si funciona. Hay
ocasionalmente algunas tramas graciosas entre las Marvel pero poco más. Sí me
gusta, en escenas post-créditos, ese encuentro de Kamala con cierto personaje
de la serie Ojo de Halcón.
Pero, claro, tal vez en lugar de hacer algo independiente, forzarán a unos
posibles Jóvenes Vengadores a atarse
a la plantilla de siempre.
1.
Han pasado 385 días desde el final de El
señor de los anillos: Los anillos de poder y Amazon aún no ha despedido
a J.D. Payne y Patrick McKay. 2.
Terminó la huelga de actores. Todos alucinábamos con ese enrocarse de las
productoras en escanear a los actores y quedarse a perpetuidad con los derechos
de imagen sin pagar. No sé a qué acuerdo habrán llegado pero seguro que esto no
acaba aquí. Es un tema demasiado complejo. 3.
Yo con Zack Snyder es que no
puedo. Escribió un guión para una peli de Star Wars. Disney le dijo que no. Pese a todo lo filma
cambiando los nombres de lugares y personajes y lo llama Rebel Moon. Y ahora dice que está en
el mismo universo de Ejército de los
muertos. Claro. Y de Sucker
Punch y Lo que el viento se
llevó. 4. The
Legend of Zelda en imagen real. No sé yo. Supongo que todo el mundo tiene miedo con
las adaptaciones de estas cosas. Pero sabemos que el director, Wes
Ball, es un apasionado y lleva al menos 13 años pensando en ello.
-Ah.
Por si acaso: le aviso que Dios no existe. ¿Una
serie argentina con Robert De Niro? Pues allá vamos. El
póster es una de esas boludeces que se les ocurre a los argentinos y que no
tiene nada que ver con lo que sucede en la serie. Vincent
Parisi (Robert De Niro), célebre escritor, inicia cada capítulo
contándonos algo de su amigo Tamayo, porteño, que ha sido de todo en la vida.
Ahora es crítico gourmet. Celsa ha trabajado para él durante 40 años: criada,
administradora, cocinera, enfermera, chófer… Tamayo disfruta escribiendo
críticas negativas y tratando mal a su empleada. Y
entonces ella muere. La
serie es un retrato magistral de un tipo cínico, amargado, atrincherado en sus
dogmas. Pero como todo buen retrato no es simplista y Tamayo tiene su corazón y
sus debilidades y tras la coraza quedan restos de algo que podría ser humano.
En ocasiones hasta tiene razón. Me encanta ese momento de la lucha contra la
hegemonía neo-liberal: todos tenemos derecho a decir boludeces, pero al menos
que sean boludeces propias. Hay
muchas series sobre gastronomía, pero ésta me parece fluida, inteligente, la
menos plasta. Mucha gente elogia el guión de El oso pero yo no pude con ella. En cambio Nada me fascina. Desde cómo limpiar
el instrumental a las recetas, todo está narrado de forma orgánica, divertida y
extraordinariamente interpretada. Cuando hablan del triunfo de lo simple por
encima de lo banal pienso precisamente en la diferencia entre Nada y El oso, entre un cuento y algo pretencioso. Muy
bueno el capítulo final. Hay cierres impresionantes, detalles maravillosos. Ese
discurso de Parisi que muestra lo bien que conoce a Tamayo, pero que al mismo
tiempo se podría aplicar a él en algunos aspectos (Grace) y no se da cuenta. La
cosa es que ahora me gustaría una temporada con Antonia trabajando en Nueva
York. 5
capítulos de 20-30 minutos. Justo lo que necesita para contar lo que tiene que
contar.
-Cogemos
un ferri a Italia esta noche. Vamos a vengar la muerte de mi conejito. Y
ahí está el problema: vengar la muerte de un conejo es tan importante como todo
lo demás. Están
las cosas habituales de una peli de atracos: un robo inicial, la jefa de la que
no puedes escapar (la Madrina), el deseo de retirarte tras un gran golpe, el
gran golpe… Pero luego tiene otros muchos rollos que no sabes a qué vienen o
dónde van o por qué están ahí. Me parece muy bien que se dedique un tiempo a
mostrarnos la sororidad de las chicas. Pero llega un momento en que es
agotador. Vueltas y más vueltas. Todo ese tiempo en la casa de Córcega, previo
al robo, me pareció pesadísimo con sus confidencias y romances y comidas y
anécdotas irrelevantes. Mélanie
Laurent
dirige bien. Hay algunas buenas ideas: esa cabaña en el bosque (otra dimensión
de lo que se entiende por cabaña en el bosque), carreras en moto,
persecuciones… Y muchas veces son buenas ideas y, a la vez, tonterías sin
sentido. Un
ejemplo: ese baile flamenco. Cuidadísimo en su vestuario, localización,
fotografía… Pero es un mero antojo, una especie de anuncio intercalado en la
narración. El
ritmo se quiebra continuamente porque el núcleo de la historia, el robo de La gran odalisca, termina por ser lo que
menos importa. Mélanie Laurent dirige bien pero escribe un guión que es
un caos, ideas que tenía en la cabeza y que ha decidido juntar aquí pero que
muy bien podrían estar en otra película. Hay
tomas falsas al final. Se ve su voluntad de comedia pero hasta en eso es
errática. Dos
horas innecesarias, cuesta acabársela. Muy flojita.
Malcolm
fue atropellado por un hombre ebrio. Su viuda, Sophie, no lo lleva muy bien y
la hija se vuelve problemática. Así que Sophie decide probar algo que su amigo
Jabir asegura que funciona: una máquina del tiempo. Dirigida
con tono realista, está interesada sobre todo en los aspectos éticos: ¿matamos a
alguien para salvar a otra u otras personas o lidiamos con las consecuencias
yendo aún más atrás?. O qué alcance debe tener la intervención: ¿ayudamos a
personas cercanas a nosotros o detenemos atentados terroristas? ¿Hasta dónde
viajamos hacia atrás? Y,
a partir de cierto momento, las situaciones se vuelven incontrolables. Aquí
está quizá lo que más me ha interesado porque sin salirse apenas del ámbito
familiar y las amistades, ciñéndose a un plano intimista, de cotidianeidad
controlada, demuestra que las cosas es mejor no tocarlas. Ya sé que muchas
pelis sobre el tema (¿todas?) tratan el asunto, pero aquí es el centro, lo
esencial y lo reflejan muy bien. Sophie actúa siempre pensando que hace lo
correcto, sopesando la ética, de un modo responsable. Y eso no evita que las
consecuencias sean siempre más caóticas. Judy Greer la interpreta de
modo admirable. También
me gustó la historia de Jabir y el punto de origen o de no más retroceso
temporal. Es ciencia-ficción casera. No
es tu película si buscas acción, pero es una película decente sobre por qué no
existen los viajes en el tiempo. Ni siquiera a pequeña escala.
Durante
los primeros 20 minutos el asesino a sueldo nos cuenta su filosofía de la vida,
nos indica si su trabajo puede ser de interés para nosotros, nos da consejos y
nos dice, atención, que es un profesional, que es muy bueno en lo suyo. Y
entonces la pifia. Y
eso me marcó para toda la película. Por un instante pensé que, en realidad,
mataba a quien tenía que matar. Hasta que dice: Mierda. Y entonces salí de la película por completo y ya no volví a
entrar de verdad. Es
un pequeño detalle. Lo sé. Pero me parece un detalle esencial. Es que es un
fallo que no cometería nadie. Es que no le veo sentido. Después
descubrimos que no es tan frío ni tan sociópata ni tan desprendido del amor
como nos quiere hacer creer. Y supuse que la película consistiría en desmontar
lo que el asesino dice de sí mismo: que no es bueno en lo suyo, que sí le ve
sentido a la vida, que está enamoradísimo de su mujer… Pero tampoco va por ahí. La
historia es: él la pifia, el cliente se venga en un ser querido, él se toma la
revancha desde los que pusieron el músculo al autor intelectual. La
cinematografía de Fincher para contarnos esto es realmente buena. De
verdad que me gusta su fotografía, su estructura en capítulos, la edición, la
inmersión en ese mundo de perturbados y, sobre todo, la secuencia con Tilda
Swinton. Hay poca acción y la tensión se sostiene, y muy bien, con la mera contemplación
de los actos del asesino: cómo se prepara, cómo observa, cómo ejecuta, cómo
limpia… Pero
acaba la película y pienso: ¿de verdad pasó aquello? ¿De verdad no se le
ocurrió algo mejor para mostrar un fallo suyo o ajeno? Y, además, es, tal vez,
el único momento mal rodado de toda la película, confuso, para que no veamos
bien lo que sucede. Para
un director del montón sería una buena peli. Para Fincher… regulera.
1.
Han pasado 378 días desde el final de El
señor de los anillos: Los anillos de poder y Amazon aún no ha despedido
a J.D. Payne y Patrick McKay. 2.
Grandes misterios de la vida: ¿por qué Entrevías
va por su tercera temporada? ¿Es que acaso hay gente viendo esto? Digo, si
vives en Entrevías igual te llama la atención, si no, ¿para qué? 3.
Algunos dicen que el verano dura lo que dura Crimen en el paraíso. Y como la serie tuvo un spin off, el verano duró más. De nuevo
no entiendo que Crimen en el paraíso
tenga 12 temporadas, que haya parido Beyond
Paradise y que también haya gente que las ve. Hay gente para todo. 4.
El chico y la garza sólo se
estreno en 85 pantallas en España, pero su media es la mejor con 3.500 euros
por pantalla. Salas a reventar. De verdad que la mala relación entre anime y
distribución/exhibición es preocupante. ¡Eh! ¡Que estaríais ganando dinero si
la proyectáis! 5.
Los mercenarios 4 deja las
salas y las pérdidas rondan los 100 millones de dólares. 6.
Dicen que la huelga de actores terminará pronto. No sé. Los dos puntos
principales (transparencia y beneficios en streaming
y uso de la IA) siguen en el candelero.
Esta
segunda temporada ha sido un parto demasiado largo. Literalmente. De
la primera temporada me gustó esa mezcla sorprendente de comedia, drama,
romance y terror. Algo que sólo logran (y no del todo) en los dos últimos
capítulos. Partimos
con Mary embarazada. Y, dada su condición de licántropo, se hace preguntas
legítimas: será lobo, será bebé, me da miedo una ecografía, me lo comeré, se
comerá él a la familia… En mi opinión el tema del embarazo debió solucionarse
en 2 capítulos. Ocupa los 7. Y durante los 5 primeros no hacen más que hablar
una y otra vez sobre lo mismo: Isla Fisher comiéndose el tarro y
aburriéndonos. Como
digo: un parto muy largo. Y eso que son capítulos cortos y se ve en un rato. Si
en la primera temporada lograban también un ritmo primoroso aquí tienen
problemas. Se nota que tienen que estirar el chicle de cada capítulo. El 2x02,
por ejemplo, con Josh Gad caminando por el pasillo. Es una casa modesta
que se recorre en 5 segundos y, leche, parecen los jardines de Versalles de tan
lento que camina. Se les va el capítulo entero en algo que ya hemos visto y
mucho mejor ejecutado. Ya sé que todo hay que leerlo en clave metafórica de nuestras inseguridades pero me sigue pareciendo un rollo. Sí
me gustaron los dos capítulos finales, sobre todo porque es ahí donde debió
empezar la temporada: en la investigación de ciertas muertes extrañas. Espero
que la próxima temporada no consista en ver cómo le dan la primera papilla al
bebé (o la primera gallina al lobezno) porque no tendré tanta paciencia como en
esta ocasión.
In-yun
es un concepto coreano que significa “destino” o “providencia”. Se aplica sólo
a las relaciones personales. Capas y capas de vidas pasadas que dirigen a dos
personas a estar juntas. Es
una de las mejores películas del año. Es una barbaridad. Es un producto que no
te crees que sea una obra novel. Celine Song, la responsable, escribe un
guión de hierro. Sencillo, sin artificios, universal, comprensible en Corea,
Canadá, Estados Unidos o lo que quieras. Y no apartas la vista de la pantalla
aunque no pase nada, aunque no sea tu experiencia, porque de algún modo te
reconoces en cada detalle. Nora
emigró con sus padres desde Corea a Canadá. Era muy amiga de un niño: Hae Sung.
12 años después él no ha podido olvidarla y gracias a las redes sociales
contacta con ella. 24 años después volverán a verse en persona. Para entonces
ella ya está casada y tiene una vida. Y
no hay más. Inevitablemente me recordó a Breve
encuentro aunque aquí los temas sean distintos. El principal de ellos es
obvio: somos la suma de elecciones que nos han impedido ser otras cosas. Pero
está también la idealización del primer amor, el cómo romantizamos situaciones
perfectas, la imposibilidad de dar marcha atrás, el desarraigo y la integración
del inmigrante… Todo es muy sutil y a la vez muy profundo. La
directora es más guionista que directora. Hay cierta movilidad en la cámara que
me parece arbitraria. Pero eso no quita para que tenga momentos de
planificación interesantes: la despedida en Corea en esa calle bifurcada en
escaleras y rampa suave, la presentación de Arthur (borrosa, lejana,
fragmentada y presentado al espectador, no a Nora), esos dos travelling (ida y vuelta) de la
secuencia final… Las
interpretaciones. Greta Lee, Teo Yoo y John Magaro.
Incluso cuando no hablan, en los silencios, expresan una cantidad de cosas
increíble. Qué tremendos los tres, qué situaciones incómodas, qué humanidad en
el miedo, en las dudas, en los sueños, en la incomprensión. Delicada,
elegante, inteligente y traspasada de nostalgia porque al final lloraremos por
las vidas que elegimos no tener, por lo que tal vez pudo ser. Muy
buena.