23/10/23

Los asesinos de la luna

Como el resto de tribus indias, los Osage fueron relegados a una reserva. Luego apareció petróleo en sus tierras y, durante un tiempo, fueron las personas con más renta per cápita del mundo. Hasta que empezaron a ser asesinados sistemáticamente.
Son tres horas y media bastante llenas. Scorsese cuenta muchas cosas. Las tradiciones indias, la avaricia de los blancos, los años 20 con sus prehistóricos automóviles corriendo por las calles, el Ku Klux Klan, el racismo, la masonería, el inicio del FBI… Y el petróleo. Esa fuente de dinero que corrompía todo.
El montaje vuelve a ser de Thelma Schoonmaker. Impecable, como siempre. Esas imágenes en blanco y negro con insertos de texto en plan cine mudo, esos cortes abruptos hacia otra secuencia o hacia un breve flashback que da información importante… El guión nos conduce entre las diversas situaciones de esos años, haciendo que todos los elementos confluyan de forma orgánica.
Me ha gustado muchísimo la interpretación de Lily Gladstone. Qué expresividad tan imponente desde la sobriedad. Lo que hace con el personaje de Molly es traumático. No me ha gustado nada el personaje de Leonardo DiCaprio. Ojo: no digo que actúe mal. Es que me confunde su personalidad. Un mafiosillo que muchas veces parece (es) un tío más bien cortito, sin muchas luces. Otras veces parece muy avispado. No es una cuestión interpretativa, es que le han dado una psicología que me saca de la película en ocasiones. De Niro está muy bien en su repelente personaje, un ser viperino y despreciable. Aunque ahí también veo el problema de que su sobrino no se dé cuenta de lo malvado que es.
Es una película muy buena pero, por ponerle un pero, creo que a Scorsese le pasa lo mismo que en Silencio: es demasiado exhaustivo. Quiere contarlo todo, desplegar ante nosotros una época, demostrar que ha investigado, mostrar un panorama enorme. Y en el propósito pierde el foco. La esencia queda difuminada en la apabullante reconstrucción histórica.
En cualquier caso es un acierto que los momentos más fuertes estén en los diálogos, no en los tiroteos y la acción. Y es un importante testimonio de otro de los múltiples genocidios que Estados Unidos ha ocultado durante años. Deberían hacérselo mirar.
Mi momento favorito, casi al final, no carente de humor: Ernest se da cuenta, al fin, de lo de la insulina y su expresión es de estupefacción. Y Jesse Plemons le mira como diciendo: este tío es idiota.
Qué gran idea contarnos el epílogo en un supuesto true crime radiofónico en vez de usar los habituales textos con fotos.

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