22/10/23

Flora y su hijo Max

Dublín. Flora dejó el instituto, tuvo un hijo a los 17, pasó emporrada su adolescencia y su vida es una sucesión de trabajos ocasionales. Su hijo roba y el poli, comprensivo, le da un último aviso antes de enviarle al reformatorio.
Flora encuentra una guitarra. Empieza a tomar clases por internet con un profesor de Los Ángeles.
Todos sabemos en qué consiste el cine de John Carney: hace una película para mostrar una canción o dos que ha compuesto. A su alrededor construye un drama. Quiere repetir el éxito que tuvo con Once y que casi alcanzó en Begin Again, pero me temo que tal cosa no volverá a ocurrir.
Pienso que se nota mucho lo impostado de las situaciones. Por un lado tenemos la marginalidad social, el lenguaje basto, el aire a lo Ken Loach. Y no me lo acabo de creer. Veo que los personajes no son tan garrulos como pretende mostrarlos. La relación entre Flora y su hijo parece más de hermanos. Ciertamente hay poca diferencia de edad entre ellos y ella es muy inmadura, pero no me convencen los actores.
Me interesan más esas reflexiones sobre la música, sobre encontrar la belleza, lo trascendente, la sugerencia, la evocación… La relación a distancia entre alumna y profesor va creciendo y se convierten en confidentes, se cuentan su vida, exploran en su interior para ver qué tienen que decir musicalmente.
Carney tiene dificultades para encontrar el camino entre el drama social y el cuento de hadas y la película se resiente. No está mal pero tampoco es destacable.

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