¿Te acuerdas de Becky, aquella niña que degollaba a los neonazis que mataron a su padre? ¿Te acuerdas de aquel festival de sangre, amputaciones y extracciones de ojos? Pues Becky ha crecido, huye de las casas de acogida, tiene 16 años y vive con Elena, una anciana negra que le ha alquilado una habitación.
Unos neonazis llegan al pueblo para dar un mitin. Y, claro, se van a topar con Becky más pronto que tarde.
Dura 80 minutos y dejan la casquería para la media hora final. Que no está mal. Igual 30 minutos de vísceras desparramadas son más que suficientes. Pero los primeros 50 minutos se hacen algo pesaditos a ratos. Las chácharas neonazis son un tostón. Aburren. Y más ahora, en elecciones, que todos estamos hartitos de los discursos de derecha e izquierda y de los extremos. En fin, que ya sabemos lo malos que son los nazis.
En cualquier caso, cuando Becky comienza a ponerse creativa en lo de matar gente, resulta bastante entretenida.
No es la sorpresa que fue la primera película ni tan ingeniosa, pero si te gusta un poco de venganza bestia se deja ver.
Estoy dividido porque me parece que Lulu Wilson actúa bastante bien. Por una parte me gustaría ver más de Becky (especialmente por el trabajo que le dan al final de la película) pero, por otra parte, por el bien de ella, debería escaparse del rol y buscar otro género de historias.
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