20/6/23

Declaración de emergencia

Reconozcámoslo: el género de catástrofe en un avión da para lo que da. Así que puedes cebarte criticándola porque es de “ese género” y te gustaría estar viendo otra cosa o bien te paras a ver qué la distingue de otras.
El cine coreano sigue sorprendiéndome. Una vez más agarran un género trillado, toman los tics de Hollywood, lo procesan con su propio sistema y el resultado es francamente bueno. Da para lo que da, pero es bueno.
Todos los tópicos de avión con problemas. Pero meten presión desde el primer segundo, crean una atmósfera agobiante nada más empezar y no desaceleran en ningún momento. Dura dos demenciales horas y veinte y no pesa, no cansa, te parece que no sobra ni un segundo.
Un bioterrorista (o un simple descerebrado) suelta un virus dentro de un avión. No le importa morir con tal de que también muera mucha gente. En tierra, un sargento de policía, se toma la investigación de modo muy personal pues su esposa va en el avión.
Y ya está: tensión, claustrofobia, agobio, inquietud, giros, se acaba la gasolina, no nos dejan aterrizar, caemos, subimos, ¿habrá un antídoto? Y, por supuesto, los momentos sentimentales, el sacrificio, el heroísmo.
Todo perfecto. La peli de siempre pero rodada con una pulcritud y un control del tempo que asusta.

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