Un periodista investiga, con ayuda de una víctima que sobrevivió, a un asesino en serie que lleva décadas matando.
La investigación, a partir de cierto momento, nos lleva a un nivel que, por decirlo así, no es el convencional. Es un recurso muy lícito y, en realidad, para mí, su mayor atractivo. Pero uno espera algún tipo de explicación a lo de la casa y a la conexión que se establece entre tres personajes. Primero dos de un modo continuo, luego una tercera persona. Y tal cómo se produce se deshace. Que la astrónoma diga lo de la cuántica queda bien pero no explica absolutamente nada. Acaba la serie y sigo preguntándome por la razón de esas conexiones, cómo funcionan…
Luego están las interpretaciones. Ejecutan lo que les piden pero tampoco veo mucha lógica a algunas de sus reacciones. Elisabeth Moss, desde luego, es solvente pero su cambio de chica triste/deprimida/acongojada a decidida/vital/valiente me parece bastante brusca. Lo mismo puedo decir de Wagner Moura que, siendo co-protagonista, resulta muy irrelevante. Y con Phillipa Soo no sé si necesitaba más recorrido para explicar ciertas cosas o, simplemente, no haber introducido esos elementos ya que no los van a explicar.
En fin. El suspense funciona porque quieres saber qué está pasando ahí. Quieres a Jamie Bell muerto y bien muerto. Quieres que exploren ese universo tan peculiar. Insisto en que su ejecución está lograda, pero mi mente tiene que aceptar demasiadas cosas no explicadas.
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