Nadie dice ¡ah! como Astrid.
Pongo ambas series juntas por su evidente paralelismo y sus diferencias. Ambas series (francesas) tienen a una protagonista extremadamente inteligente que trabaja para la policía sin ser policía.
Astrid. Autista, ordenada, metódica, discreta. Toda la vida bajo control, planificada segundo a segundo, atada a rígidos esquemas de actuación. Rigurosa en el cumplimiento de leyes. Desde su escritorio en el archivo de documentación posee un conocimiento descomunal de datos que le permite relacionar hechos. Pero ya comenté de ella en la primera temporada.
Morgane Alvaro, soltera, tres hijos, caótica, hiperactiva, anárquica, absolutamente descontrolada. Señora de la limpieza de la comisaría. Con un coeficiente intelectual de 160. Una noche deja una anotación sobre un caso en el que los oficiales están atascados y la contratan como consultora.
He leído que en Francia algunos superdotados se han sentido molestos por la visión que da Morgane. Muy superdotados intelectualmente no deben ser porque a mí me parece el principal acierto de HPI: esa simbiosis de choni poligonera con un cerebro extraordinario.
Me gustan poco las tramas de investigación, me gustan sus personajes. HPI tiene la ventaja del presupuesto: más escenarios, más dinamismo. Astrid y Raphaëlle tiene la ventaja de su título: no se entiende a Astrid sin Raphaëlle. Son realmente Astraelle, un shippeo que funciona con precisión. Su relación de amistad es mejor que la de HPI.
Lo que marcharía de fábula sería un crossover. ¿Te imaginas a Astrid y Morgane juntas?
-Hay una red de personas como yo.
-¿Autistas?
-No. Documentalistas de criminalística.
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