21/3/21

La Gomera

Es una película demasiado excéntrica, un cóctel que tenía sentido en la cabeza del director pero que no ha sabido reflejar en la pantalla. Una especie de
Pulp Fiction a la rumana. Es decir: estructura muy de Tarantino (con sus capítulos y sus flashback a modo de puzle) pero con un ritmo torpe, dirección fría, personajes sin alma, distantes.
Un poli rumano corrupto es invitado por una mujer a ir a La Gomera. Allí podrá aprender el silbo y de ese modo se comunicarán sin que se entere la policía.
Hay escenas que decididamente no funcionan para nada. Ese director que busca localizaciones. Una secuencia que, suponemos, tiene una simbología cómica. Pero que no tiene ningún sentido en la trama, un mero capricho. Parece que la reunión de mafiosos fuese una obra de teatro y el director de la obra alguien que tiene lidiar con esa gentuza. El director muere a manos de los actores. La metáfora no va más allá y se queda en un inserto ajeno al resto de la historia. No es la única secuencia realizada por puro antojo.
Está claro que Corneliu Porumboiu ama el cine. Particularmente el western. Desde las imágenes de Centauros del desierto a ese set de rodaje donde acontece el tiroteo final. Pero hay una renuncia explícita al sentido del espectáculo para darle un tono realista que tampoco nos podemos creer. También hay una referencia curiosa a la escena de la ducha de Psicosis. Y a la que saca tan poco partido como a todo lo demás. Rinde un homenaje al cine rumano con una escena de Un Comisar Acuza, de 1974, y que parece mostrar más aplomo que la obra presente.
Una curiosidad cinéfila pero con poca chicha.

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