20/3/21

Los traductores

Para evitar filtraciones del último libro de Oscar Brach, autor al que nadie conoce, el editor (
Lambert Wilson) de Dedalus lleva a los 9 traductores a un búnker. Sin wifi, sin conexión con el exterior, sin móviles. Pese a todas las medidas tomadas el libro comienza a filtrarse.
Cualquiera que vea la película en un sentido literal acabará defraudado porque estará ocupado con las inverosimilitudes. A mí me parece una forma muy entretenida de plantear una metáfora llevándola al extremo.
La película habla sobre el acto creativo, el dinero que mueve la industria del libro, la conveniencia o no de la piratería, el mundo digital, la frustración o no de los traductores, arte contra negocio, alta y baja literatura, lo que los lectores encuentran en la obra y que el escritor no percibe, los fans, la identificación con personajes ficticios…
Los traductores vienen de Rusia (Olga Kuylenko), Italia (Riccardo Scamarcio), Dinamarca (Sidse Babett Knudsen), España (Eduardo Noriega), Inglaterra (Alex Lawther), Alemania (Anna Maria Sturm), China (Frédéric Chau), Portugal (Maria Leite) y Grecia (Manolis Mavromatakis). Un reparto internacional que aporta también visiones diferentes sobre cultura, censura, capitalismo… No hay análisis profundos, hay preguntas y, sobre todo, hay un suspense rodado con una maravillosa elegancia y una estructura muy juguetona. Está muy bien la planificación en el interior del búnker, el travelling del metro y calles de París, la carrera con el coche…
Hay varios giros argumentales. Me parece muy interesante que durante parte de la trama pensemos que el secreto se encuentra en ese personaje anónimo de la cárcel. O que pensemos que se trata de cómo se hizo un robo. Y cuando se desvela un misterio accedemos a otro. Hasta que, finalmente, descubramos la razón de todo aquello.
Entretenida y con algo de fondo. También está por ahí Sara Giraudeau.

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