31/1/19

The Marvelous Mrs. Maisel. Temporada 2


-Las relaciones deberían ser algo privado, ¿no crees?
-Amén.
-Entonces, ¿estás saliendo con alguien?
Amy Sherman-Pallladino tiene 52 años pero sus guiones parecen escritos desde la inmadurez de una adolescente fantasiosa: puedo ser irresponsable y, pese a todo, las cosas me saldrán bien porque me lo merezco.
O algo así.
Por eso me repelió lo poco que vi de Las chicas Gilmore.
Esta segunda temporada de The Marvelous Mrs. Maisel exagera esa irresponsabilidad en tal grado que se convierte en parodia. Es casi una screwball comedy. Como si Sherman-Palladino se hubiese dado cuenta, al fin, de que no debe (no puede) tomarse en serio a Mrs. Maisel.
Sólo así se explican reacciones sin sentido. Fijémonos en la madre, toda decidida a llevar una vida bohemia en París en el capítulo 1 para luego aburguesarse en el 2 y volver a ser la misma de siempre en el 3. O el nuevo novio de Mrs. Maisel, incapaz de comprometerse, un par de citas y petición de matrimonio sin que hayamos visto el proceso. Simplemente nos dicen que nos lo tenemos que creer y ya.
No sé. Quizá he aceptado mejor esta segunda temporada por ese no tomarse en serio, por ser una pura fantasía, porque es imposible juzgar esas situaciones locas (la estancia en los Castkill) o a esos personajes tan excéntricos (la cuñada de Mrs. Maisel, la Holly de Mr. Mercedes, qué exageración de personaje). Todo es genial para Mrs. Maisel. ¿Qué puede salir mal? Pues nada. Todos los deseos se cumplen para ella.
Aunque Susie (Alex Borstein) me sigue pareciendo el personaje más divertido, cada vez me doy más cuenta de que está demasiado inspirado en el de la Carla de Cheers.
Me gustó el episodio del pintor y el mejor cuadro del mundo. Para lo mucho que se habla en esta serie a mí me dice bastante poco. Ese capítulo sí logró comunicarme algo.

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