Es
otra peli que tenía pendiente del año pasado y que merece una vuelta si te
gusta el cine difícil. Y es otra película mexicana que tiene calidad.
Dos
jóvenes deciden robar en el Museo de Antropología de México. Robaron porque sí.
Sin más. Porque se les ocurrió que podían, por insatisfacción, por rebeldía,
por capricho. Por probar. Robaron vete tú a saber por qué. Y ahí está el quid
de la cuestión. ¿Por qué lo hicieron? Pero ni ellos mismos lo saben.
Hay
algo de Dostoievski, de juego de la conciencia. Es un robo sin acción
espectacular, sin planificaciones rocambolescas. Es un robo intimista que se materializa en la interioridad de los
personajes, en sus pensamientos y su voluntad. Un robo sin sentido al que
tratan de encontrarle razones.
Gael García
Bernal
y Leonardo Ortizgris construyen dos personajes desconcertados de sí
mismos. Personajes que intentan explicarse, dar un sentido a sus acciones y al
mundo. Un intento por descubrir quiénes son a través de un camino equivocado.
Bien
planificada, exhaustiva en detalles familiares, en psicología. A veces
repetitiva en el aspecto familiar, volviendo a recrearse con un entorno que ya
nos ha quedado claro. Aunque innecesariamente larga, resulta sugerente.
Preferiblemente para cinéfilos.
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