-Es
bueno que tengamos grietas. Eso permite que entre la luz.
Mucho
menos compleja que la primera temporada. Ya conocemos a casi todos los
personajes y la historia prosigue la búsqueda del dinero. Es un tono menos
loco, más reposado e intimista. Me recordó, muchas veces, a las películas de Hal
Hartley, su trilogía sobre Henry
Fool.
A
John le siguen pasando cosas increíbles. En su tarea de espionaje (más filial
que patriótica) está cada vez más herido. Física y emocionalmente. La historia
se centra en él y se nota que empiezan a sobrar personajes. Los líos están peor
imbricados. El departamento de Faldas y Medias (Homicidios de Luxemburgo) ha
quedado muy relegado. Ni siquiera Agathe tiene un desarrollo a la altura,
aunque es muy interesante la relación con su hija secuestrada. Como meter un caballo de Troya al enemigo.
Pese
a esos defectos me parece una gran serie. La larga escena del robo de la
pistola es una delicia visual y de guión. Y las consecuencias tan desastrosas
como divertidas. Y, a la postre, con un final inesperado en el último capítulo.
Patriot necesita soltar lastre para una posible
tercera temporada. Cortar con esa multitud de personajes y arriesgarse con
otros nuevos por muy encantadores o extraños que sean los actuales.
Me
gusta mucho el sufrimiento de John, su aire ausente, su tontorrona obsesión por
el cumplimiento del deber, su demente devoción filial, su conciencia destrozada
por los asesinatos que realiza y las consecuencias de sus actos, siempre
triste, haciendo lo que no quiere hacer. Un personaje de una enorme riqueza. Alice
me da muchísima pena. Qué matrimonio tan extraño.
Atento
a los Pajes. Me río cada vez que lo pienso.
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