Esta
segunda parte de Animales fantásticos
es como la segunda parte de Harry
Potter: cuenta lo mismo que la primera con ligeras variaciones. El
cambio más notable es que, si la primera era más bien policiaca, ésta segunda
es más bien de espías. A su manera, claro.
Es
muy espectacular. Mucho. Es un aluvión de efectos especiales que te deja
boquiabierto en muchas ocasiones. Muy bonito todo. Muy impactante. A la
historia le falta chicha. Con tantos animales le falta carne a la que hincar el
diente.
Iba
a decir que es una peli sólo para los fans de Harry Potter pero, en fin, supongo que si te metes por
equivocación a ver esta peli, después de 10 películas del universo Potter, esperando que fuese otra
cosa, mereces un premio a la persona más empanada del planeta. Si sigues con
ésta, dale que te pego, es que eres un fan. Imagino que lo soy porque, con
carencias y todo, me lo he pasado bastante bien. Me gustó la escena del
Boggart, más que nada porque es un homenaje a aquella virguería de Alfonso
Cuarón en la tercera parte de Harry
Potter.
Es
sorprendente que, con lo recargado que está todo, resulte tan visualmente
comprensible, que no sea caótico, que encuadre tan bien la planificación hacia
lo que es necesario que prestes atención. El final también está muy logrado.
La
cosa es que, un poco más de atención a las psicologías, a sus relaciones, a su
evolución, le habría venido de perlas. De perlas robadas por el bichejo ese tan
divertido. Dos horitas y veinte daban para profundizar en ellas. En las
psicologías, no en las perlas.
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