17/11/18

Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald


Esta segunda parte de Animales fantásticos es como la segunda parte de Harry Potter: cuenta lo mismo que la primera con ligeras variaciones. El cambio más notable es que, si la primera era más bien policiaca, ésta segunda es más bien de espías. A su manera, claro.
Es muy espectacular. Mucho. Es un aluvión de efectos especiales que te deja boquiabierto en muchas ocasiones. Muy bonito todo. Muy impactante. A la historia le falta chicha. Con tantos animales le falta carne a la que hincar el diente.
Iba a decir que es una peli sólo para los fans de Harry Potter pero, en fin, supongo que si te metes por equivocación a ver esta peli, después de 10 películas del universo Potter, esperando que fuese otra cosa, mereces un premio a la persona más empanada del planeta. Si sigues con ésta, dale que te pego, es que eres un fan. Imagino que lo soy porque, con carencias y todo, me lo he pasado bastante bien. Me gustó la escena del Boggart, más que nada porque es un homenaje a aquella virguería de Alfonso Cuarón en la tercera parte de Harry Potter.
Es sorprendente que, con lo recargado que está todo, resulte tan visualmente comprensible, que no sea caótico, que encuadre tan bien la planificación hacia lo que es necesario que prestes atención. El final también está muy logrado.
La cosa es que, un poco más de atención a las psicologías, a sus relaciones, a su evolución, le habría venido de perlas. De perlas robadas por el bichejo ese tan divertido. Dos horitas y veinte daban para profundizar en ellas. En las psicologías, no en las perlas.

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