Todd
cae enfermo. Tras salir del hospital decide ir a la antigua casa de
su abuelo para estar tranquilo. Se lleva consigo a su perro Indy.
Una
vez en la casa, Indy percibe lo que los humanos no ven. Indy tiene
ese instinto animal, ese sexto sentido que le posibilita “ver” lo
sobrenatural, sombras, figuras terroríficas.
Lo
mejor es que Indy es un perro y es la historia de un perro. Pero
funciona perfectamente como metáfora de la angustia humana, de la
indefensión
e impotencia ante nuestros miedos, exploramos
de aquí para allá confusos,
mudos porque no podemos explicar lo inexplicable, con
una percepción limitada que nos impide ver
amplios horizontes,
ladramos
al vacío…
Esto
va en muy en sintonía con la enfermedad de Todd y el miedo a la
muerte. Indy, el perro, viene a ser la representación de su terror
existencial, un buen símbolo acerca de la fragilidad de la vida y la
aceptación.
Me
parece que funciona razonablemente bien en su literalidad de la
tensión y el miedo pero creo que debió ampliar el número de
apariciones y espectros, desarrollar a ese otro perro, darle alguna
vuelta más al guion para profundizar. Pero en su lado simbólico
funciona perfectamente. Muy sugerente.
Dura
72 minutos. Hay que considerar el enorme trabajo que debió costar la
grabación de los planos adecuados que se esperaban del perro, la
labor de edición para elegir la expresión que se buscaba…
Un experimento interesante.