Maruko
es un repartidor de paquetes. Cuando le abren la puerta le gusta
fisgonear, echar un vistazo al interior. Y saca deducciones. Parece
que en un bloque de edificios desaparecen los inquilinos de un
apartamento concreto. Su compañero Arakawa, aspirante a novelista,
alienta con imaginación ideas de crímenes y sucesos paranormales.
Otros vecinos con sus rarezas fomentan la paranoia de Maruko.
Se
me hace a ratos una película farragosa, especialmente en su primera
mitad. Los personajes están bien escritos, el suspense y la
acumulación de misterios de los personajes se sostiene. Pero creo
que el montaje debió ser más ágil.
En
su segunda mitad, tras el giro sorpresa, el desarrollo es más
fluido. Le sienta muy bien a la narración el cambio de perspectiva.
Komiya Chihiro (Rinko Kikuchi) desplaza a Maruko del
protagonismo. Al mismo tiempo que entendemos muchas de las cosas
misteriosas presenciadas por Maruko, descubrimos también que esta
nueva perspectiva aporta otro nivel paranoico.
O
quizá sea tan real como la primera opción.
Y
otro giro donde de repente Arakawa y sus cuentos sobrenaturales
tienen algo que decir.
Hay
toques de comedia bastante divertidos, con un par de secuencias
francamente buenas. Entiendo que pueda desconcertar a muchos
espectadores, tanto por sus giros narrativos como por sus cambios de
ritmo. Pero es una película bastante original. Sólo echo en falta
un poco más de dinamismo. Su estructura me ha encantado.
Cierre
emotivo con un punto trágico.
Una
peli arriesgada que funciona bien.
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