Orsolya
es agente judicial en Rumanía. Acude a desalojar a un okupa. Un
acontecimiento trágico deja a Orsolya traumatizada.
No
me gusta por un motivo fundamental: Radu
Jude
no utiliza lo sucedido para contar una historia sino para soltar su
rollo ideológico, una mezcla de drama, humor, cinismo y crítica.
La
película viene a ser una serie de capítulos cortos. Conversación
con el jefe, con el marido, con la amiga, la madre, el alumno, el
sacerdote ortodoxo. Cada uno de ellos supone una visión: legalidad, conformismo,
progresismo, reaccionario, chorradas budistas de generación Z, la fe
estricta… Nada ayuda a la mujer. Probablemente porque su sentido de
culpa no es culpa sino mero sentimentalismo. O, más probablemente
porque el director no está mostrando una psicología real. Se limita
a lanzar sus sentencias que, en el fondo, tampoco significan nada.
Extraña.
Muy vacía. De contenido y formalmente. La cinematografía es muy
pobre. La idea original no es mala pero alguien tiene que enseñar a
Radu
Jude
que las ideas deben encarnarse en personajes y en acción. El
rollo expositivo a palo seco es difícil de tragar.
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