Theo
es un célebre arquitecto. Su esposa Ivy es chef. Una noche el
prestigio de él se desmorona públicamente y ella se hace famosa por
su comida. El matrimonio ideal comienza a desarrollar grietas.
Aclaremos
algo. Vi, hace mucho, La guerra de los Rose. No me
pareció nada del otro mundo. Sí recuerdo que, en su momento,
recibió muchos elogios. Luego el tiempo la puso en su sitio. No
recuerdo gran cosa porque pienso que no había nada especialmente
memorable.
¿Un
remake? Pues me parece tan innecesario como casi todos los
remakes. Especialmente si es una película tan endeble como
ésta. No me atrevería a decir si mejor o peor que la original pero
sí prescindible.
Hay
muchas cosas mal aquí en el modo de entender el ritmo y la comedia.
Hay un esfuerzo por mostrar la evolución de la crisis pero
ahorrándose pasos con esos carteles de “3 años después”.
Y, finalmente, de golpe, en los últimos minutos, la guerra en sí. No
hay ritmo de comedia o drama porque no tiene claro qué quiere ser o
qué está mezclando.
Pero
lo peor es que, cuando tienen una buena idea la destruyen. Me
refiero, por ejemplo, a la ballena. Pudo ser un símbolo logradísimo
si se hubiese sabido usar. Pero la sobrexplicación inmediata lo
convierte en algo irrelevante y hasta pueril.
Olivia
Colman y Benedict Cumberbatch están, obviamente,
desaprovechados.
Ncuti
Gatwa actúa exactamente igual a como lo hizo en Doctor
Who, otra prueba de por qué este hombre jamás debió ser
Doctor Who.
Muy
flojita.