29/9/25

Relay

La conversación inicial ya nos cuenta cuál es la esencia de la película. El hombre extorsionado cree que va a encontrarse con el diablo pero se encuentra con alguien que
parece buena persona. Parece. Ese verbo es fundamental.
Sarah descubrió un peligro alimenticio en la experimentación transgénica. Silenciada, despedida y acusada, ahora quiere, simplemente, que no la maten. Le dan un número de teléfono, el de un intermediario que elabora acuerdos para situaciones delicadas entre empresas.
Lo que diferencia a esta peli de otras similares es el juego de la distancia. Ash, oculto, dirige desde lejos a Sarah. Anticipándose a los enemigos, apuntando instrucciones, enviando objetos que le sacarán de apuros. Lo interesante es que el enemigo está más cerca de Sarah que su defensor. La tensión sostenida y permanente es una delicia desde la primera escena. La dirección es muy elegante. Qué bien juega con la profundidad de campo y cómo nos engaña o dirige nuestra mirada sutilmente.
Las cuestiones éticas y morales tienen su peso. No son el centro dramático, pero aportan sustancia: El comportamiento amoral de las empresas, la adicción de Ash con la que sustituye otra adicción, el miedo -lógico- a comportarse honradamente…
Lo del Apéndice C es lo más flojo. En una estructura tan bien pensada estas cosas no deberían suceder.
El giro de guion -ya dije que el verbo parecer era fundamental- implica una serie de consecuencias de las que es mejor no hablar para no dar pistas, pero sí son interesantes de debatir desde la narrativa del guion.
Me ha gustado bastante. No esperes un final redondo. En el mundo turbio del espionaje empresarial no hay posibilidad de felicidad perfecta. Lo mejor es su aire clásico. Analógico, podríamos decir.

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